México, 4 ene (EFE).- México celebra hoy el Día del Periodista con el desafío de acabar con la plaga de la violencia contra los profesionales de la comunicación al tiempo que se defiende la libertad de expresión y de información.
Durante el pasado sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) se produjeron 47 asesinatos de periodistas en México, de los cuales 9 fueron en 2018 de un total de 2.347 agresiones contra los medios de comunicación.
«El nuevo Gobierno todavía no ha delineado las directrices bajo las que va a actuar y por supuesto nos preocupa que a un mes de iniciar la administración sigamos sin tener las cosas claras», explicó Leopoldo Maldonado, subdirector de Artículo 19, una organización internacional que defiende la libertad de expresión y el derecho a la información.
Aunque durante el pasado año se registraron oficialmente 9 homicidios a trabajadores de la prensa, Maldonado aseguró que «el numero de periodistas asesinados evidentemente es mayor».
No obstante, la certeza obliga solo a reportar 9 casos en los que se ha «podido corroborar de manera mínima la relación entre la muerte y su labor periodística», algo que en otros casos es solo una dolorosa intuición.
«Ante la falta de una investigación exhaustiva en muchos de los asesinatos y desapariciones, no podemos establecer si su investigación periodística fue la causa de los crímenes», agregó.
Esto plantea un escenario en el que el Gobierno encabezado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, tiene que tomar las riendas de «una situación que está muy cuesta arriba».
No obstante, «no por ello pueden eludir esta responsabilidad que han asumido como nuevo gobierno ante la crisis de violencia que vive la prensa», consideró el licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana.
El pasado octubre fue una de las últimas veces que López Obrador se manifestó en contra de las crueldades con las que tienen que convivir muchos comunicadores.
En conferencia de prensa celebrada en Guerrero, apuntó que los periodistas de este estado son «como héroes porque ejercen el periodismo en condiciones muy difíciles, de mucho riesgo».
«Por eso merecen nuestro respeto», concluía después de un escueto «vamos nosotros a cuidar a los ciudadanos y a los periodistas», frase que deja claras sus intenciones pero que sigue sin esclarecer cómo llevarlas a cabo.
El pasado 13 de diciembre se repetía una situación parecida cuando siete periodistas del estado de Oaxaca denunciaron recibir amenazas a través de Facebook.
No obstante, revertir la situación no es fácil, la violencia a comunicadores es algo que lleva existiendo desde hace décadas en el país pero que se lleva contabilizando desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico a principios del milenio.
Fue entonces cuando se empezaron a tener datos más sólidos sobre la problemática aunque resulta imposible según Maldonado tener una comparativa real con lo que ocurría en los años 80 y 90, donde no había un registro serio.
Según Artículo 19, el narcotráfico parece ser también el nexo común que une los cuerpos de todos esos periodistas muertos en una especie de combate en busca de la verdad.
Pero no siempre el crimen organizado es el motivo, pues, según Maldonado, en los últimos años se percibe que «se ha incrementado el vínculo de los funcionarios públicos con los crímenes».
«Prácticamente este motivo se ha emparejado con el narcotráfico», incidió el abogado, añadiendo después que «dadas las circunstancias, es muy difícil dilucidar cuándo es exactamente crimen organizado y cuándo es exactamente funcionario».
Más allá de los motivos, la problemática parece continuar a pesar de que en 2018 murieron 3 periodistas menos que en 2017, el año más letal, con prácticamente un periodista sacrificado cada mes.
Lamentablemente, este ataque a uno de los cimientos esenciales de la libertad de expresión sigue cosiendo poco a poco la cultura de «un país en donde no se termina de transitar hacia una verdadera democracia».