En países como Italia, España y Francia, donde al parecer lo peor de la pandemia ya ha pasado, dada la disminución de sus casos diarios de contagios y muertes, se iniciaron ya algunas medidas para regresar a la normalidad, o a lo que allá llaman la ‘nueva normalidad’, medidas que incluso se están llevando a cabo en Estados Unidos, pese a que al parecer nuestros vecinos todavía no logran que su curva de infecciones y decesos muestre una tendencia a la baja.
Nueva normalidad, la llaman, porque nadie sabe a ciencia cierta pero se supone que de esta crisis global, que es causa también del peor colapso económico en décadas, el mundo o mejor dicho la humanidad va a salir transformada, no sabemos para bien o para mal, pero transformada, de tal manera que gurús y pensadores como el polémico Francis Fukuyama o el filósofo esloveno Slavoj Zizek, ya publicaron libros de urgencia donde pintan el mundo que ellos imaginan post Covid-19.
El esloveno es pesimista respecto al futuro inmediato, señalando que junto al virus que nos ataca ahora, se han activado otros virus de fácil propagación, virus ideológicos tales como las falsas noticias, teorías de la conspiración, paranoia colectiva y estallidos de racismo, a lo que habría que agregar para México, visto lo visto, el virus de la indiferencia pues los más siguen suponiendo que esto se trata de una broma macabra.
Fukuyama, el politólogo de Stanford, que habló del ‘fin de la historia, en cambio habla del extremo de que se debiliten las políticas neoliberales, la ascensión de una izquierda identitaria, pero, y en esto es optimista, el debilitamiento, constatada su ineptitud, de la corriente populista que encarna Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y, porque tiene para él su apartado, AMLO en México, luego de que afirmara que nuestro presidente está llevando a México de regreso al siglo pasado.
Las personas que gustan de conocer estas opiniones saben ya, de eso no hay duda, de que Fukuyama se equivocó cuando, tras la caída de la URSS y el Muro de Berlín, a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa, del siglo pasado, habló de ese fin de la historia, que era como la promesa de que el fin del bloque oriental y el fracaso del comunismo, estábamos llegando a una tierra prometida, que estalló muy pronto, con aquello atentados de septiembre del 2001.
Es por eso que hay que desconfiar de los adivinadores, por acreditados estén académicamente, porque lo cierto es que existe la percepción general de que algo cambiará, pero nadie puede precisar en qué sentido, contando con las opiniones también de peso de los que dicen que todo va a seguir igual, pues pese a la situación saldremos de esta hechos de la misma pasta de siempre, aunque en una cosa coinciden todos, en que en aquellos que se instaló ya la paranoia y la desconfianza seguirán dominados por estos sentimientos por un período prolongado.