Imagínense lo desmoralizador que tuvo que haber sido para un empresario y para un trabajador el escuchar esta semana al presidente decir esa frase.
¿De dónde viene el desprecio del presidente de México por el sector privado?, ¿qué le hicieron los empresarios a Andrés Manuel López Obrador que los detesta tanto?
Para el presidente lo privado es sinónimo de corrupción, de avaricia. Todo lo malo que hay en México es por el sector privado, todo. No hay término medio con él en este sentido.
Por eso, esta crisis que está golpeando tanto a los empresarios y a los comerciantes López Obrador parece estarla disfrutando tanto, porque los generadores de riqueza y empleos se están tambaleando, porque sus adversarios imaginarios están al borde del colapso.
Y algunos me dirán, ¿pues cómo no los va a odiar si muchos hicieron todo en el 2018 para evitar su elección? Caray, esos que de verdad se movieron, los de arriba, a esos ya los perdonó y hasta los hizo sus amigos, pero y aunque así hubiera sido, ¿tan corta es su altura de miras que no es capaz como presidente de darle vuelta a la página por el bien de la economía del país?
Quizás el desprecio sea porque la riqueza, en la escala de valores del presidente, no sea lo más importante. AMLO se ha pronunciado muchas veces contra el materialismo y contra el consumismo, y miren, qué bonito que piense así y que ésa sea su filosofía de vida, pero como presidente de un país no se puede estar con romanticismos, en contra de la generación de riqueza y en contra del consumismo, porque estas dos cosas son la base para que una economía funcione. Vamos, ni siquiera un soñador como José Mujica de Uruguay le puso trabas al sector privado. Es muy fácil: para que pueda haber empleos, para que la gente pueda tener dinero en su bolsillo, por pura lógica, por puro pragmatismo, se necesita riqueza y consumo, y para eso se necesita a un sector privado dinámico, sólido y en funcionamiento.
Pero no, dice él que si tienen que quebrar, que quiebren. Ok pues, que quiebren, pero de dónde va a sacar el presidente dinero para sus muchos proyectos de Gobierno cuando las empresas en México comiencen ahora sí a cerrar y la recaudación de impuestos se caiga. No hay que olvidarnos que apenas va en su segundo año de Gobierno y que sus planes para los próximos cuatro años requieren de mucho dinero.
En una crisis como la que estamos viviendo no cabe ninguna ideología, lo que debe imperar es el pragmatismo, y el pragmatismo nos dice que el Gobierno, sea de izquierda, sea de derecha, sea de centro, tiene que apoyar al sector privado, pues si éste se hunde, nos hundimos todos, incluido el Gobierno, incluidos los trabajadores.
Y no hablo de que haya un rescate o de préstamos a fondo perdido, hablo de apoyos, de estímulos inteligentes que ayuden a los empresarios y comerciantes a salir de este boquete en el que están por culpa del Covid-19.
Y si ustedes me dicen que apoyar al sector privado es dar 25 mil pesos a pequeñas empresa inscritas en un nada transparente censo del bienestar, pues por ahí no va la cosa.