Está de más señalar que la actitud de nuestros gobernantes, en general, no ha sido ejemplar, y que el caso de la gira presidencial es el paradigma de un Gobierno que pide a la sociedad cuidarse a sí misma, pero no entienden que el mensaje que ha permeado es que el país arrancó ayer y el falso concepto de que la pandemia ha sido “domada”, cuando expertos de la UNAM, entre otros, señalan que el pico de la famosa curva estará en máximos entre hoy mismo y hasta bien entrado el próximo mes.
Según los datos disponibles hasta ayer al mediodía, México estaba a poco más de dos mil casos positivos por Covid-19, subregistros aparte, para superar a Canadá y convertirse en el decimocuarto país con más contagios del planeta, mientras que seguramente la tarde de ayer se informó al país que el número de decesos por la pandemia superó ya los diez mil, para permanecer como el séptimo de la lista mundial y el de más alta mortandad de todo el orbe.
Mientras tanto de todos los estados y todas las regiones llegaban reportes del aumento de la movilidad de personas, lo que habla del impacto negativo que los mensajes sesgados y contradictorios respecto al final de la Jornada de Sana Distancia ha tenido sobre el grueso de la población, por lo demás desesperada en lo general por volver a salir a la calle a ganarse la vida.
Seguramente este malentendido general fue el que ha llevado al doctor López-Gatell a insistir una y otra vez en los días recientes a decir que el fin de la emergencia no significa que podamos relajar las recomendaciones de distanciamiento social y a que el propio AMLO, mientras continúa con su inoportuna gira, amague con decretar cierres de sectores económicos si se multiplican los casos de contagios.
Dejando claro que no se puede predicar una cosa y actuar de manera contraria, lo que resta es entender que hay responsabilidades que nos corresponden como sociedad y que en el punto que estamos poco será lo que podemos esperar de las autoridades, si nosotros no estamos dispuestos a cuidar de nosotros mismos y nuestras familias.
Y es que no se trata ya de quedarnos encerrados en casa, cuando el deber nos reclama y las estrecheces económicas aprietan, sino de hacerlo de la manera más responsable posible, recordando que eso de la distancia respecto a otros no fue una excepción, sino una norma y que conforme seamos conscientes de nuestra obligación para con los demás, podemos exigir la correspondencia de los otros.
Los gurús discuten y ya andan por la estratósfera de las meditaciones pos-pandemia, unas llenas de un optimismo bobo y otras presentando mundos apocalípticos, aunque lo único cierto es que se habla de una nueva normalidad porque esto cambiará significativamente y nadie puede pretender la vieja normalidad, por lo menos hasta que la promesa de una vacuna, universal y efectiva, sea realidad y permita el regreso de los papachos, de las multitudes y de la convivencia en espacios confinados.
Pero en tanto ahora nos toca a nosotros, pues la posibilidad de un rebrote y de nuevos cierres sí que nos pondrían en una situación todavía más grave que la que estamos atravesando.