No debería sorprendernos, pues 18 meses deberían agotar nuestra capacidad de asombro, pero el mandatario superó de nuevo su capacidad de dejarnos con la boca abierta, cuando ayer dijo, en esa irresponsable gira que realiza en el sureste mexicano, que ‘no mentir, no robar, no traicionar, ayuda mucho para que no dé el coronavirus’, que es en sí una declaración escandalosa y un paso más para alcanzar la certeza de que el Presidente pretende evangelizarnos, en el momento en que crecen las voces que demandan que nos gobierne.
Tal declaración de tono bíblico generó, evidentemente, todo tipo de reacciones que van de la indignación a la burla, aunque no fueron pocos los que dijeron que en tal supuesto, mucho deberían preocuparse personajes de su entorno, como Manuel Bartlett o como Rocío Nahle, que señalados de graves actos de corrupción, serían ya, bajo esa lógica demencial, candidatos a contraer el COVID-19.
Alguien anotó, a propósito, que eso de no mentir, pues el que pronto caerá enfermo será el doctor Hugo López-Gatell, a quien le crecen los reclamos, justo por distorsionar la verdad que es lo mismo que decir mentiras, ya no en los medios opositores, sino en grupo cercano a AMLO, donde se sabe ya que los datos del subsecretario ya fueron calificados como falsedades por Claudia Sheinbaum, la gobernadora capitalina, y ayer mismo por el ex-director del IMSS, el senador por MORENA, y en su día ex-líder nacional panista, Germán Martínez, quien reclamó al portavoz para la pandemia de estar ‘sentado sobre los muertos’.
Más sorprendente fue, ayer también, el reclamo del periodista Federico Arreola, siempre dispuesto a hablar en favor del mandatario, del que parece ser el primero de su club de leales, o de fieles, dicho esto en el sentido religioso que exige estar alineado con las decisiones y palabras del Presidente, quien de plano ayer se fue contra López-Gatell y admitió que el asunto de la pandemia ‘se le fue de las manos’ a la administración federal.
Llama la atención pues Arreola, hasta hace semanas, se tiraba en su portal electrónico, donde hace las veces del segundo vocero presidencial, contra periodistas que dudaban de los datos del subsecretario, tales los casos de Raymundo Riva Palacio, Carlos Loret o Ciro Gómez, a los que acusó de infames por dudar de los datos que ayer admitió, son falsos.
Pero la declaración presidencial es censurable no sólo por su tono evangélico, anticientífico y al final delirante, sino porque insulta a todos los que enfermaron de COVID-19 y a los que han muerto por la misma causa, pues si no mentir, no robar y no traicionar evitan ‘mucho’ que los hombres puros y probos se contagien, eso quiere decir que los millones de enfermos y los cientos de miles de fallecidos en el mundo, incluidos los mexicanos que ya no sabemos de cierto cuántos pueden ser, pasan entonces a la categoría de los bribones, los que sí mienten, sí roban y sí traicionan.