Aguascalientes.- Hace 10 años cambió su vida por completo, Juan Tovar actualmente tiene 46 años y es débil visual, sufre de neuritis óptica, comenta que de estar acostado se levantó para ir al baño, prendió la luz, se fundió el foco al mismo tiempo que se fundía su vida. Desde entonces su vida no ha sido fácil, tuvo que aprender a vivir con una nueva condición, volvió a nacer, tenía una familia, su esposa lo abandonó porque no quería batallar. Ahora Juan ha aprendido a valerse por sí mismo tras vencer la depresión y el miedo. Ha tocado muchas puertas en busca de un empleo formal, tiene ganas y necesidad de trabajar, “los ciegos somos un sector muy olvidado y a cualquiera le puede pasar, somos jóvenes y la vida no ha terminado, tenemos ganas de echarle ganas”, pero a estas alturas no existen oportunidades.
“El mayor reto con el que se enfrentan los ciegos en el Estado de Aguascalientes es a conseguir un empleo formal, “en el ámbito laboral casi no nos dan oportunidades, tenemos la experiencia, no necesitamos ver para poder trabajar, nosotros podemos ensamblar, embolsar, etiquetar, leer, manejar una computadora, todo lo que es manual lo podemos hacer”.
Pili Hernández es ciega de nacimiento por lo que ella nació con el único sueño de vivir y ser feliz, realizó sus estudios básicos y de nivel medio-superior gracias al apoyo de su familia, quería ser locutora por lo que tomó cursos, pero nunca se le dio la oportunidad de ejercer ese sueño. Considera que la sociedad no está preparada para aceptar a personas ciegas en el campo laboral ya que por más de un año buscó una oportunidad, le batalló mucho pues el primer pretexto que le ponían era el que 'cómo iba a trabajar si no veía', ella lo llama ignorancia ya que constantemente son víctimas de la discriminación. Pili, actualmente tiene 28 años y seis años como maestra de Braille, computación y música, le gusta mucho enseñar, le apasiona el saber que hay ciegos adquiridos que se interesan por aprender y salir adelante.
Alejandro Martínez es casado y tiene tres hijos, su esposa y sus hijos padecieron una enfermedad llamada Retinoblastoma lateral, es un tipo de cáncer en la retina que para salvar sus vidas tuvieron quitarles los ojos para que pudieran seguir viviendo. Comenta que no había mucha información sobre el tema, por lo que los médicos lo manejaban como un virus, hasta que nació su segundo hijo fue que supieron que era hereditario. “Este país aún está muy cerrado en cuanto el trabajo, no existen oportunidades para personas con discapacidad, lo que nos ha cerrado muchas puertas, algunos gobiernos nos han ofrecido trabajo, pero sólo se ha quedado en promesas”.
La familia conformada por cinco miembros se desplaza para trabajar en el Centro de la ciudad como cantantes y músicos, les es muy complicado, los camiones no se paran y los taxis no los suben porque son cinco y solamente pueden trasladar a 4 personas. Los niños reciben educación en línea a través de un programa llamado 'Educación práctica para la vida' que es impartido por una escuela que está ubicada en la ciudad de Puebla. Con profunda tristeza comparte que intentaron estudiar en una escuela pública pero fueron víctimas de discriminación, falta de atención, además que la infraestructura representaba un gran riesgo.
“En el Centro de la ciudad hay toldos muy bajos en los negocios que se convierten en obstáculos, las puertas de los negocios no están colocadas en el centro y eso hace que choquen, los caimanes representan un peligro, son contados los semáforos que cuentan con ruido para cruzar o esperar el paso, son frecuentes los accidentes a los que se enfrentan día a día”.
Cuando se pierde la vista representa un gran duelo, la familia cree que hasta ahí llegó la vida y hay que estar encerrado, platica José Martínez que dejó de ver a los 27 años y por la impotencia y coraje de no poder salir ni a la tienda buscó ayuda para aprender a vivir y a moverse, ahora da clases de computación, guitarra, Braille y orientación de movilidad.