México, 1 jun (EFE).- Tras el rezago causado por el coronavirus y con dudas pendientes sobre ciertas reglamentaciones, la economía mexicana avanza contrarreloj para cumplir con el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que entra en vigor dentro de un mes exacto.
La crisis de COVID-19 afectó la afinación de detalles rumbo al T-MEC, que el 1 de julio reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), explica este lunes a Efe Fernando Ruiz, director general del Consejo Empresarial Mexicano del Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce).
«La pandemia hizo que nuestros proveedores pararan primero y, ahora que nosotros estamos analizando cómo hacer y en algunos casos ya iniciando procesos de producción, la pandemia nos está afectando en cuanto a los proveedores entre la misma región de Norteamérica», comenta en entrevista con Efe.
Para sortear la crisis, el Gobierno de México ha destacado como una de las principales herramientas al T-MEC, que se negocia desde 2017, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca.
El director del Comce coincide en la importancia del tratado al destacar que 80 % de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos y cerca del 87 % del total de productos vendidos al exterior son de manufactura.
«Esperamos que el comercio exterior se recupere rápidamente porque solamente la exportación representa cerca del 33 % del PIB, entonces si recuperamos la exportación quiere decir que estamos apoyando la recuperación de México», manifiesta Ruiz.
Pese al panorama, el líder empresarial no ve «ningún impedimento importante» para la llegada del T-MEC.
Aun así, apunta que al sector «le llevará por lo menos un par de años normalizarse», al citar la cifra histórica de más de 40 millones de desempleados en Estados Unidos.
«Nos va a afectar fuertemente en el consumo, ya vimos las cifras ahora de abril, donde hay una caída de la exportación mexicana del 41 %», señala.
PAÍS EN DESINDUSTRIALIZACIÓN
México llega al T-MEC como un país en desindustrialización, advierte José Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«La inversión fija bruta, que es la inversión donde participa el sector privado, desde 2017 está teniendo una caída constante, de manera particular es desde hace un año que cae de manera muy abismal», explica el profesor.
Los empresarios acumulan 18 meses sin invertir al mismo ritmo de antes, ahonda el investigador.
Para ilustrar su argumento, cita una caída anual de 9,2 % en la inversión fija bruta total hasta enero de 2020, con una disminución de 10,7 % en maquinaria y producción.
En ese periodo, también enuncia un decremento del 10,4 % en las expectativas empresariales de producción y de 9,3 % en las de exportación, con un descenso de 6,2 % en el Indicador de Confianza Empresarial de Manufacturas.
Asimismo, reporta una reducción mensual de 5,23 puntos en el Indicador de Pedidos Manufactureros en abril.
«Es en este aspecto donde la producción de México con relación a Estados Unidos va a estar en una enorme desventaja», opina.
SECTOR SIN MOTOR
México suspendió por completo la industria automotriz del 30 de marzo al 30 de mayo al declarar la emergencia sanitaria por COVID-19, que acumula más de 90.000 contagios y roza los 10.000 muertos confirmados.
Esto ha causado disrupción con sus socios comerciales, pues la industria armadora y la de autopartes en conjunto aportan 61,6 % de la producción de las cadenas globales de valor, además del 13,7 % del PIB, menciona el profesor de la UNAM.
«El arranque manufacturero industrial de autopartes tardará tres meses en tener una reactivación, es decir, sería hasta el cuarto trimestre cuando la empresa ya tenga las condiciones para poder estar participando de lleno de cara al T-MEC», asegura.
Uno de los principales problemas es que aún no están claras las reglamentaciones uniformes que detallan el cumplimiento de las reglas de origen, expone Eduardo Solís, consultor de comercio internacional.
El T-MEC incrementa a 75 % el contenido regional obligatorio de los automóviles, que en el TLCAN era de 62,5 %, por lo que muchas plantas necesitan una prórroga porque aún no están listas, aclara Solís, del consejo directivo de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN).
«A semanas de que arranque el tratado, pues claro que nos preocupa el poder asegurar que vamos a cumplir con un nuevo régimen y, por supuesto, asegurar que las empresas se acojan a este régimen especial de transición, de otra manera tendrían que pagar el 2,5 % (de arancel)», expresa.