México, 13 jun (EFE).- La Compañía de Teatro Penitenciario de la cárcel mexicana de Santa Martha Acatitla rompió de nuevo con los esquemas. La comunidad artística ha volcado sus ojos hacía ella tras recibir esta semana el Premio Ciudad de México.
Este grupo, formado hace 11 años y dedicado a las tablas y a sus principales dramaturgos, se ha sido una vía de escape y el mejor camino hacia la reinserción social y laboral para muchas personas que están o han estado privadas de su libertad.
William Shakespeare es, precisamente, uno de los autores a través de los cuales han dado rienda suelta a su imaginación y a su creatividad, pero también a su capacidad para hacer un buen trabajo desde el esfuerzo y la dedicación.
La Compañía de Teatro Penitenciario es uno de los proyectos de Impacto Social del Foro Shakespeare y ofrece a sus integrantes un grupo donde sentirse motivados por un objetivo común, es decir cada función, planeada y ejecutada de la manera más profesional posible.
Por esto, el premio otorgado por la Academia Metropolitana de Teatro (AMdT) a proyectos que a través de las artes escénicas buscan tener un impacto social en la capital mexicana ha caído como anillo al dedo a su integrantes.
«Es importante que reconozcamos el arte como una actividad profesional que se cobra porque existimos personas que vivimos del arte. Y si lo estiras con respecto a la cárcel y al contexto de esta compañía, este reconocimiento resuena muchísimo», expresó Itari Marta, directora de la agrupación.
De la misma manera, la licenciada en arte dramático considera que justo en este momento de agitación social este premio «es un gran símbolo» porque genera un punto de encuentro donde «se conectan los polos» y la comunidad artística recibe con aplausos y con un premio económico a una compañía que «tal vez podría haber rechazado».
El reconocimiento llegó de manera inesperada el pasado jueves, ya que era la tercera vez que la compañía estaba nominada y sus integrantes pensaban que tal vez no eran los indicados, pero la broma que hacían sobre que «a la tercera va la vencida» terminó haciéndose realidad.
Sin embargo, la situación es compleja porque debido a la cuarentena por la COVID-19 los internos casi no pueden comunicarse ni mucho menos verse para celebrar con sus compañeros, ya que algunos no se encuentran ya en el reclusorio y trabajan en el exterior.
LA VOLUNTAD COMO ARMA
Este premio también se torna un poco agridulce para los que forman este proyecto al recordar que «uno de los compañeros más talentosos» se quitó la vida hace algo más de un mes y no lo han podido despedir como se merecía.
Aun así, por él y por todas las batallas que han librado, desde fuera y desde dentro lucharán para que el proyecto siga adelante y retomen sus encuentros y ensayos lo antes posible, dijeron.
«La discriminación nos ha pasado a todos en el equipo por lo que ha sido un proceso de fortalecernos más y más. Pudimos haberlo dejado hace mucho tiempo y de hecho puede deshacerse en cualquier momento porque tiene que ver con la voluntad de un grupo de personas que deciden construir algo juntos», detalló Marta.
La directora relaciona esta voluntad con la necesidad de cada uno de los miembros del proyecto de encontrar un lugar donde sanarse y sentirse abrazado. Pero también cree que hay un punto de misterio, algo que los arrastra a todos a llegar a la compañía y que, muchas veces sin saber por qué, les hace sentirse bien.
«A lo mejor suena muy romántico pero creo que una parte de esa voluntad es porque hay algo que los llama sin saber que es pero que sin duda tiene que ver con sentirse bien y con un corazón al que no necesariamente le ha ido bien la vida. El teatro recibe corazones que tienen cosas que decir y ¿cómo cuentas vida si no has vivido?», expresó.
Gracias a este premio, a pesar de la compleja coyuntura actual, podrán seguir haciendo teatro y preparando nuevos proyectos con la que llaman compañía externa, es decir, los miembros que están fuera.
Desde que empezó la contingencia continuaron trabajando y rendirse no fue ni es una opción, por lo que están haciendo charlas penitenciarias de visibilización, creando contenido para redes sociales, diseñando proyectos con el Foro Shakespeare y con el centro cultural autogestivo El 77 (su sede).
«Todos estos proyectos son inciertos y tienen un grado alto de volatilidad, por lo que la única manera de sostenerlo es si a los espectadores les interesa lo que hacemos», terminó Marta, recordando que cuentan con perfiles en redes sociales y una página en Patreon, una web de micromecenazgo donde cualquier persona puede colaborar para que esta compañía no tenga que bajar el telón.
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