Madrid, 20 may (EFE).- Tras la polémica en EE.UU., donde Woody Allen cambió de editorial y las publicó sin avisar, sus memorias, «A propósito de nada», salen mañana en español con sus críticas feroces a Mia Farrow, su autoproclamada inocencia en las acusaciones de abuso de su hija Dylan, y algún lamento por la falta de apoyo del mundo del cine.
Un libro que comienza como una autobiografía más o menos al uso, pero que dedica casi la mitad de sus 440 páginas a detallar su relación con Dylan Farrow, la hija que adoptó durante su relación con Mia Farrow, y que acusó al director de haber abusado sexualmente de ella cuando era una niña.
Con una gran precisión, el director de títulos como «Manhattan» o «Annie Hall», relata cómo era su relación con Dylan y Moses, dos de los hijos adoptivos de Mia Farrow, durante los años que estuvo con la actriz.
Y repite en muchas ocasiones que Dylan le «adoraba» y que las acusaciones fueron una operación en su contra construida por Mia Farrow, a la que pinta como una desequilibrada y mala madre, que no trataba igual a sus hijos biológicos que a los adoptivos.
«Mia obligaba a Thaddeus a ponerse en público soportes ortopédicos de hierro en lugar de los de plástico (….) ella quería que se supiera que adoptaba a niños discapacitados», relata Allen de uno de los diez hijos adoptados por la actriz, que tenía otros cuatro biológicos -tres de su matrimonio con André Previn y uno, Ronan, con el cineasta, aunque luego dijo que era de su primer marido, Frank Sinatra-.
«No es extraño que dos de sus hijos adoptados (Tam y Thaddeus) terminaran suicidándose. Un tercero también contempló esa posibilidad, y una hija adorable (Lark), que tuvo que enfrentarse a un diagnóstico positivo de VIH con más de treinta años, terminó abandonada por Mia y murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado».
Un relato de hechos en el que el comportamiento de Mia Farrow se presenta como aterrador mientras el cineasta se pinta a sí mismo como alguien muy equilibrado, pese a que solo quiso adoptar a los dos hijos adoptivos de la actriz con los que se llevaba bien -Dylan y Moses- y que justifica no aparecer como padre de Ronan (originalmente llamado Satchel) porque no le dijeron que había que cumplimentar un formulario.
Respecto a su relación con Soon-Yi, hija adoptiva de Mia Farrow, y con la que empezó a salir cuando ella tenía 21 años y él 56, el cineasta asegura que nunca le prestó atención hasta que una vez le acompañó a un partido de baloncesto y le empezó a hablar del infierno que vivía en casa de la actriz -Allen y Farrow nunca compartieron piso-.
Comenzaron su relación durante el rodaje de «Maridos y mujeres» mientras él seguía oficialmente con Farrow. Y unas fotos eróticas olvidadas sobre la repisa de la chimenea destaparon el escándalo.
Mia Farrow dijo a sus hijos que el cineasta había violado a Soon-Yi y a la joven la encerró en una habitación.
Fue en aquella época cuando Farrow llamó a la hermana de Allen para decirle: «Él me quitó a mi hija; ahora yo voy a quitarle a la suya». Y ahí comenzó, según el realizador, la operación para que Dylan acusara a su padre de violación.
«Mis intentos de apaciguarla no dieron resultado, y supongo que para mí es fácil de decir, considerando que ella era la parte afectada, pero la cuestión es que su furia la hizo llegar tan lejos que pasó de lo razonable a lo imperdonable y luego a lo inconcebible», señala Allen, que asegura que a la actriz no le importó dañar en el proceso a Dylan o a Satchel, que entonces tenían siete y cuatro años, respectivamente.
Tras una visita a sus hijos, Allen fue acusado de haber abusado de Dylan. «Jamas he puesto un dedo encima a Dylan, jamás le he hecho nada que pudiera malinterpretarse como un abuso sexual; desde el principio hasta el final, desde cada partícula subatómica, fue una invención pura».
Hubo dos investigaciones independientes que certificaron que Dylan no había sufrido abusos sexuales por parte de Allen, que se había inventado las acusaciones, que era una niña «emocionalmente vulnerable atrapada en una familia perturbada» y que había sido aleccionada o influida por su madre.
Las acusaciones fueron desestimadas y no se llegó a celebrar un juicio. Pero aún hoy Dylan, que tiene 34 años, sigue manteniendo que su padre abusó de ella.
A continuación empezó el juicio por la custodia, que se convirtió en un circo mediático de acusaciones cruzadas, que perdió Allen. «Me quedé hecho polvo cuando vi cómo el plan de Mia daba resultado y el juez se dejaba engatusar por ella asegurándose de que yo no pudiera ver a Dylan».
Allen afirma que intentó contactar con la niña, pero que Ronan interceptaba todas sus cartas. «Todavía hoy, Soon-Yi y yo recibiríamos a Dylan con los brazos abiertos si alguna vez quisiera acercarse a nosotros como hizo Moses, pero hasta ahora no es más que un sueño».
La carrera de Woody Allen se vio muy afectada por todo lo que pasó y hay muchos actores y actrices que rechazan trabajar con él. Pero él menciona a los muchos que le han defendido públicamente, y cita a Diane Keaton, a Alec Baldwin, Javier Bardem, Blake Lively, Scarlett Johansson, Catherine Deneuve, Jude Law, Isabelle Huppert o Pedro Almodóvar.
«Os doy las gracias a todos, porque ha sido muy amable por vuestra parte alzar la voz, y os aseguro que jamás os avergonzaréis de haberlo hecho», dice Allen, que también reconoce que «esperaba un poco más de apoyo» por parte de sus compañeros de profesión.
Por Alicia García de Francisco