México.- El presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció este jueves que busca crear un nuevo indicador que mida el "bienestar" de la sociedad y que sustituya al Producto Interior Bruto (PIB) como índice de referencia.
¿Existen alternativas para medir la economía?
Cuando asumió el poder en 2018, López Obrador prometía un crecimiento del 4 % del PIB durante su mandato, pero ante la caída del 0,1 % registrada en 2019, cambió de discurso para dar más importancia al bienestar social que al puro crecimiento económico.
Una situación agudizada por la pandemia de COVID-19, por la que se prevé un desplome mayor al 6 % del PIB mexicano en 2020, lo que ha llevado a López Obrador a anunciar un nuevo indicador.
"Estoy ahora trabajando sobre un índice para medir bienestar. Un índice alternativo al llamado Producto Interno Bruto. Lo voy a presentar. Un nuevo parámetro que va a medir, sí, crecimiento, pero también bienestar", reveló en conferencia de prensa.
EL PIB SE OLVIDA DE LAS DESIGUALDADES
José Ignacio Martínez, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide con López Obrador que el PIB sirve para homologar estándares de riqueza entre países, pero "para calcular el bienestar social y el desarrollo no es ideal".
Y es que el cálculo del PIB, entendido como la riqueza que crea una sociedad en un período determinado, no refleja las enormes desigualdades que puedan existir en un país.
Al calcular el PIB per cápita se reparte toda la riqueza por igual entre la población, algo que no tiene sentido en países como México, donde el ingreso por habitante en el norteño estado de Nuevo León es 17.000 veces mayor al del suroriental estado de Chiapas, dijo Martínez en entrevista con Efe.
"Imagina que el hombre más rico de México se come un pollo y el más pobre ninguno. Si lo divides entre dos, sale que el hombre más rico y el más pobre se comieron medio pollo cada uno", señaló el economista.
Por eso, mientras el PIB suma variables como la inversión, el consumo, el gasto público y las exportaciones del país, Martínez defendió la idea de medir el acceso a la educación, a la salud, a la vivienda o el nivel de ingresos.
Si López Obrador quisiera utilizar estas variables para mejorar los datos de México, probablemente no le saldría exactamente bien la jugada, pero para el economista este índice dibujaría mejor la realidad mexicana.
"Un indicador de progreso humano arrojaría una situación peor, demostrando que México es absolutamente desigual. Pero ayudaría a pensar mejor las políticas públicas", sostuvo.
UN DEBATE QUE VIENE DE LEJOS
La discusión alrededor de la medición del PIB existe desde la década de 1940, cuando se estableció como un índice de referencia internacional, e incluso su creador, el economista Simon Kuznets, había expresado que este índice tenía limitaciones.
En 2019, el Gobierno de Nueva Zelanda decidió priorizar la mejora en la calidad de vida frente a los indicadores económicos, siguiendo la estela de Bután, que en 2008 introdujo el índice de felicidad nacional para guiar la política de su gobierno
"El interés de López Obrador con el PIB ha disminuido debido a que no ha logrado los objetivos de crecimiento que se planteó", dijo a Efe Rodolfo de la Torre, economista del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Aunque algo tarde, aplaudió que el presidente mexicano se una al debate que viene de lejos sobre la importancia de medir las desigualdades.
Ya que, si bien el PIB es "la columna vertebral del bienestar", porque permite conocer los recursos de que dispone un país para sus políticas, De la Torre coincidió en que no sirve para medir el nivel de vida de la gente.
De todos modos, advirtió que la discusión sobre crear un nuevo indicador puede resultar "un poco engañosa", puesto que desde los 90 ya existen varios que miden el bienestar no monetario, como el Índice de desarrollo humano (IDH) elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Además de que en la actualidad, los países usan un sinfín de mediciones más allá del PIB para sus decisiones, como por ejemplo la esperanza de vida para diseñar políticas sanitarias.