Madrid, 26 may (EFE).- Después de la pandemia de la COVID-19 «no hay marcha atrás, la cuestión no es si los gobernantes van a reaccionar a una economía saludable, verde y sostenible, sino a qué velocidad y con qué visión lo van a hacer», asegura la directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS, María Neira.
Así lo asegura Neira en entrevista a EFE, en la que subraya que «esta pandemia ha sido un shock tremendo, con un coste fenomenal en la salud de las personas, que ha creado una importante ola de choque en la economía y en la sociedad», y que, a su juicio, debe tener una recuperación que conduzca a una situación donde la salud esté más protegida y la gente sea menos vulnerable.
Por ello, «la cuestión será a qué velocidad y con qué grado de ambición van a tomar medidas» para la recuperación los gobernantes, a los que justamente hoy más de 40 millones de médicos, enfermeras y personal sanitario de más de 200 organizaciones de todo el mundo, entre ellas la OMS, han enviado una carta urgiéndoles a que las inversiones se encaminen a «la salud pública y a políticas más saludables, verdes y sostenibles».
«Es necesario aprender, sobre todo, en relación a las causas de posible aparición de enfermedades infecciosas zoonóticas producto de la mala relación con nuestros ecosistemas», asegura.
La fase de confinamiento, que, «obviamente, nadie la quería y nadie la quería proponer», ha enseñado «cómo la contaminación del aire y del agua se ha reducido de forma increíble». «Ha sido como una especie de laboratorio para cuestionarnos qué pasaría si dejásemos de contaminar».
«Queremos que esas lecciones no se pierdan -agrega-; al contrario, que haya una recuperación sanitaria, pero también una lección sobre nuestra salud gracias a un mejor contacto con los ecosistemas y dejar de destruirlos para proteger nuestra salud».
Asimismo, «evitar la utilización de energías de combustibles fósiles -que causan tanta contaminación del aire-, asegurar el acceso al agua y un sistema de salud universal después de esta pandemia».
«Debemos ser conscientes de que después de esta crisis habrá que tener lo antes posible una recuperación socio económica y esta inversión debe ser en ciudades más vivibles, menos agresivas con los humanos, mejor planificadas en condiciones de salud, con un mejor y más sostenible uso de la energía» que beneficie la salud humana.
La funcionaria de la OMS asegura que «las megápolis y metrópolis, con una densidad de población tan alta, evidentemente aparte de que favorecen la transmisión de enfermedades como la COVID-19, también restan calidad de vida y el individuo no es el centro de la planificación urbana».
Tras el confinamiento, las personas «van a apreciar más la naturaleza, vivir en ciudades más pequeñas, de dimensión humana y claramente donde el transporte sea menos necesario, y cuando lo sea se disponga de un transporte público no contaminante y que no llene las ciudades de vehículos privados que al final son los que dirigen esa planificación urbana».