Aguascalientes.- De regreso en Aguascalientes y con su familia, después de haber permanecido varado en Perú los dos últimos meses a causa de las medidas emergentes tomadas en esa nación a causa de la pandemia del Covid-19, José Alberto Ríos dice ser en la actualidad el hombre más feliz, tras confesar que “fue una auténtica pesadilla de terror la que viví, porque a como se pusieron de difíciles las cosas, la verdad es que llegué a pensar que no retornaría con mi gente”.
Junto con su esposa, Elena, y su hija, Valeria, quienes igual sufrieron e hicieron todo lo que estuvo a su alcance para tenerlo de nueva cuenta a su lado, José Alberto recibió a HIDROCÁLIDO en su casa, “porque fue gracias a la noticia de mi caso que publicó este Diario, que las autoridades de Gobierno, de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Embajada de México en Perú hicieron posible lo que yo veía como algo imposible”.
Tras contar a detalle cómo es que sintió que el mundo se le venía encima luego de que estando en Perú -a donde acudió ante la muerte de su madre- quedó atrapado al ordenarse la cancelación de los vuelos y otras medidas estrictas para impedir la movilidad de la gente, aseguró que “sentí que me volvía la vida en el momento que recibí la llamada de la gente de la Embajada de México en Perú, donde se me pidió que estuviera listo, porque al día siguiente (23 de abril) regresaría junto con alrededor de 250 personas más en un vuelo humanitario”.
Señaló que “hasta antes de que me dieran la noticia tan esperada me sentía angustiado, temeroso y con mucha incertidumbre, porque lo que quería era estar nuevamente con mi familia, pero también veía que todo estaba muy complicando, porque ni por aire y tampoco por tierra nadie puede entrar ni salir de Perú debido a las medidas restrictivas implantadas por las autoridades”.
“Todavía cuando ya estaba arriba del enorme avión de la Fuerza Aérea Mexicana que nos trajo de regreso a México, no creía lo que estaba sucediendo, me embargó la emoción al igual que a todos los que fuimos tomados en cuenta en ese vuelo humanitario, por lo que ahora me siento el hombre más feliz y un afortunado de la vida, porque sufrí una experiencia nada agradable, tanto por la muerte de mi madre, a quien fui a despedir, como por haberme quedado atrapado en Perú por dos meses, que se me hicieron una eternidad”, resaltó el señor José Alberto, jubilado de 68 años de edad, al relatar su caso.
“Estando allá y luego de que me enteré de las medidas que implementaron las autoridades peruanas por la pandemia, entre ellas la cancelación de todos los vuelos comerciales, sentí que el mundo se me venía encima y me sentí terrible, porque por mi cabeza pasaron muchas cosas, y lo que más me dolía era estar lejos de mi familia, pero afortunadamente ya estoy de regreso y muy agradecido con HIDROCÁLIDO, con las autoridades y con todas las personas que respondieron positivamente al apoyo que solicitó mi familia para hacer posible mi retorno a casa”, destacó mientras era apapachado por su esposa e hija que, de la misma manera, hicieron patente su agradecimiento por el final feliz que tuvo esta odisea vivida en el país inca por el jefe de la casa.