Madrid, 8 may. (EFE).- «El vestido es la expresión de la sociedad», decía el escritor Honoré de Balzac, una frase que ahora toma fuerza cuando todo el mundo utiliza el tapabocas sanitario para hacer frente a la pandemia. Y así, ese trozo de tela que cubre nariz y boca está pasando de necesidad a tendencia.
Más allá de ser elemento indispensable para hacer frente a la crisis sanitaria, el tapabocas – o mascarilla- capta el interés de las firmas de moda que se decantan por presentar versiones atractivas, simpáticas y optimistas; algunos, incluso, brindan modelos de alta gama, de lujo.
Frivolidades aparte, ¿se convertirá en un nuevo complemento de moda?. «Sí, absolutamente», dice este viernes a Efe el diseñador español Yvan Andreu, quien creó una mini colección para que sus clientes se sientan «guapos y modernos en un momento en el que debemos extremar las precauciones higiénicas».
Los tapabocas están confeccionados con tres capas de tejidos, son repelentes al agua e «incluyen un bolsillo para poder introducir un filtro protector y así reforzar la filtración del aire», añade Andreu, quien detalla que diseñó tres líneas.
La primera línea, elaborada con algodón 100 % orgánico. La segunda está confeccionada con neopreno en dos tonos, verde y beis, y rematada con charol negro. La tercera, es más exclusiva, está confeccionada con charol irisado, «con cierto aire fetichista», apunta Andreu.
Mientras las autoridades sanitarias debatieron sobre el uso obligatorio o no de los tapabocas, el mundo de la moda ideó diseños atractivos con alma solidaria.
Marina Conde, directora creativa de La Condesa, no paró de confeccionarlos. Todo empezó el 20 de marzo cuando escribió en Instagram: «¡Si se cree ese bicho que por llevar corona nos va a intimidar, no sabe con quién está tratando!».
Todo un reto que le condujo a fabricar modelos reutilizables lavables, con filtro de algodón, estampados o lisos y «por cada uno que se compre, dono otro», dice la diseñadora en su cuenta de Instagram.
Juana Martín ideó unos tapabocas con propiedades antibacterianas, antifúngicas, además son repelentes a los líquidos y transpirables, modelos reutilizables en los que ha impreso su sello flamenco.
Con algodón cien por cien orgánico, estampado con lunares blancos y fondo negro, estos tapabocas «resisten un mínimo de 5 lavados a 60º manteniendo el 100% de protección», dice la diseñadora española.
A estos diseños se suman otros de talla más pequeña para niños entre 3 y 6 años, y para los mayores de 9 a 12 años. En esta misma línea, la empresa «Mr Bro» impulsa la venta de tapabocas solidarios para niños.
«Una protección que ha venido para quedarse», advierte desde este negocio español, que destina el 30% de cada venta a la confección de nuevos tapabocas que serán donados a diferentes farmacias para que se repartan entre familias vulnerables.
Este accesorio se ha instalado en nuestra vida y gran parte de la sociedad ha decidido apostar por modelos coloristas y vitales, en definitiva menos aburridas.