París, 9 may (EFE).- La unidad política en torno al presidente francés, Emmanuel Macron, muestra nuevos signos de fisura con la gestión de la crisis del coronavirus, y varios diputados de su partido, La República en Marcha (LREM), se disponen a abandonarlo, con el riesgo de acabar con la mayoría parlamentaria.
La prensa gala se hace eco este fin de semana de la voluntad de al menos una decena de diputados del partido macronista -muchos de ellos cercanos al insurrecto exministro de Ecología Nicolas Hulot- de abandonar el barco para integrar un nuevo grupo en la Asamblea Nacional con parlamentarios de otras formaciones de izquierda.
Según el diario económico «Les Échos», que avanzaba la noticia, la nueva formación se llamará «Ecología, Democracia, Solidaridad» y pretende configurarse a partir de la semana próxima o, como tarde, principios de junio.
FUGAS CONSTANTES
Las fugas de decepcionados del grupo han sido una constante desde el inicio de la legislatura, en 2017, y ha perdido ya 18 diputados (algunos excluidos y otros por voluntad propia), hasta quedarse en los 296, con lo que sigue gozando de momento con la mayoría de la Cámara baja.
Sin embargo, esta nueva salida dejaría al grupo en torno a los 286, por debajo de los 289 necesarios para la mayoría, un dato que no parece preocupar, en apariencia, a los líderes de LREM.
«Me sorprenden los tiempos, a tres días del desconfinamiento, en un momento decisivo para el país, pero espero a ver la configuración exacta de este grupo. ¿Estará con la mayoría, en la oposición o en una posición intermedia?», se interroga el delegado general del partido, Stanislas Guerini, en «Le Parisien».
A Guerini, la ruptura de la mayoría no parece inquietarle, pues aún contarían con el respaldo de los 46 diputados del partido centrista MoDem y de otros 9 de otra formación independiente con la que simpatizan.
Pero de cara al público, las salidas de tono de estos diputados, que han manifestado reiteradamente su descontento en redes sociales, deja en mal lugar la voluntad unionista de Macron.
VOTOS IMPUESTOS
Mathieu Orphelin, el diputado que según los medios franceses se pondría a la cabeza de este nuevo grupo en la Asamblea, denunciaba esta mañana en Twitter las formas de LREM.
«He votado a favor de la prolongación del estado de emergencia sanitaria por una sola razón: el Consejo científico lo ha pedido por unanimidad. Pero lamento de nuevo las condiciones deplorables del debate parlamentario y el rechazo a la construcción conjunta del Gobierno», escribe Orphelin.
Además, esta semana, la diputada por Bajo Rin, Martine Wonner, era excluida tras ser la única del conjunto en votar contra el plan de desconfinamiento del Gobierno, el pasado 28 de abril.
Wonner denuncia que el grupo deba adoptar sin rechistar la posición que asumen los líderes de la mayoría, y obligados a votar en bloque, sin opción a plantear un debate.
«¿La democracia está en peligro? El estado de emergencia sanitaria no justifica que los parlamentarios sean silenciados hasta este punto», escribía este viernes en Twitter.
DIVERGENCIAS EN EL GOBIERNO
Esta enésima crisis en el seno del partido de Macron coincide, además, con la manifiesta discordia que toma cada vez más la relevancia entre el jefe del Estado y el jefe del Gobierno, el primer ministro, Édouard Philippe.
Con un Philippe concentrado en anunciar planes en su ejecución y un Macron más lírico, los dirigentes no parecen estar en la misma onda: cuando Philippe dice que anunciará el plan de desconfinamiento en quince días, Macron lo lanza por cuenta propia cuatro días más tarde; si el primer ministro se muestra firme en un punto, Macron lo contradice con un discurso más clemente.
«Hay diferencias de comunicación inherentes a la función, pero más allá de esto vemos que el respaldo político de Philippe crece en los territorios, con una orientación más a la derecha, y el presidente y su entorno se inquietan de esta elección, sobre todo cuando ven al primer ministro tomar tanta importancia», considera en declaraciones a Efe el politólogo Olivier Rouquan.
Una encuesta del Instituto de Opinión muestra esta semana que el respaldo de los franceses a la gestión de Philippe crece (hasta el 46 %), mientras que cae la de Macron (al 40 %), una percepción que podría conducir a nuevas tensiones después de que el presidente haya desmentido ante sus ministros los rumores de disidencia.
«Esta crisis tendrá consecuencias a largo plazo. Los franceses piden un discurso más concreto, más en línea con la sobriedad de Angela Merkel en Alemania, esto podría ser una evolución. Pero en el fondo, la prioridad tras la crisis será relanzar la economía y pensar en grandes reformas en la composición del Gobierno con un panorama político tan incierto sería arriesgado», señala Rouquan.
Por María D. Valderrama