Tegucigalpa, 9 may (EFE).- México deportó este sábado a 42 hondureños en un vuelo a Tegucigalpa, la capital de Honduras, donde serán puestos en cuarentena durante 14 días por el coronavirus, mientras el presidente del país, Juan Orlando Hernández, dijo sentirse «indignado» por la discriminación que enfrenta el personal sanitario.
Los migrantes fueron trasladados «bajo protocolos de bioseguridad» por policías y militares a un centro especial de cuarentena habilitado en el complejo deportivo conocido como Villa Olímpica, en el extremo oriental de Tegucigalpa, añadió.
Todos llegaron al país centroamericano en un vuelo procedente de la ciudad de Villahermosa, en el estado de Tabasco (México), indicó la institución hondureña en un comunicado.
Entre los retornados figuran dos mujeres, dos menores de edad y 38 hombres, según el informe policial.
La Policía hondureña aseguró que todos seguirán el mismo protocolo que otros hondureños y extranjeros residentes que han entrado en esta nación desde mediados de marzo, cuando se reportaron los primeros tres casos del COVID-19.
Honduras, bajo alerta roja y en emergencia sanitaria, cuenta ya con 1.771 casos confirmados de coronavirus, un saldo de 107 muertos y 192 recuperados, según cifras divulgadas por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager).
El Gobierno hondureño mantiene cerradas las fronteras marítimas, aéreas y terrestres, los centros comerciales, los restaurantes y los comercios que no sean de primera necesidad.
IINDIGNADO POR DISCRIMINACIÓN CONTRA QUIENES SALVAN VIDAS
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, dijo hoy sentirse «indignado» por la discriminación que sufren médicos, enfermeras y personal sanitario por parte de vecinos que creen que pueden contagiarlos con el COVID-19.
«Yo le pido al pueblo hondureño que reflexioné: desde que se inició la pandemia dije que la dignidad de cada ser humano debe ser respetada, por eso hago un llamado al sentimiento de solidaridad y compasión para con el prójimo», subrayó Hernández, en un comunicado de la Presidencia.
Destacó la labor del personal sanitario en el combate contra el coronavirus y tildó de «injusta» la estigmatización que han denunciado varios empleados de la Salud.
«Pónganse a pensar que muchos tienen casi dos meses de no ver a sus familiares, arriesgan la vida por usted y no es justo que después no los quieran dejar entrar en sus colonias, en sus casas o los echen de sus apartamentos por temor a ser contagiados», lamentó.
El gobernante hondureño aseguró que el COVID-19 llegó a Honduras para «quedarse y nadie, mientras no haya una vacuna, está exento de contagiarse».
El personal sanitario «sigue los protocolos de bioseguridad, pero hay gente que no parece entender, por eso le pido que, si siente discriminación o amenazas, llame al 911, que hay un equipo de respuesta inmediata. Eso es un delito y las fuerzas del orden deben ir y capturarlas», explicó.
ENTIERROS NO PUEDEN EVITARSE
Criticó además a la población que se opone al entierro de víctimas de COVID-19 en cementerios de los diferentes barrios y colonias.
«Nadie puede evitar, sin que eso sea penado por la ley, la sepultura de otro ser humano. Esto se hace bajo estrictos protocolos de bioseguridad», enfatizó Hernández, quien señaló que los médicos ya han manifestado que «no hay riesgo de contagio».
Cada hondureño es responsable de cuidar su vida y la de su familia, subrayó el gobernante hondureño, quien instó a la población a lavarse las manos con jabón, usar mascarillas al salir y guardar la distancia.
La Policía hondureña reprimió el jueves en Tegucigalpa con gas lacrimógeno a un grupo de pobladores de un barrio en el extremo oriental de la capital que se opusieron al entierro de un muerto de coronavirus en un cementario de esa localidad.