Berlín, 13 may (EFE).- Los 25 músicos de la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos (OEIN), oriundos de La Paz (Bolivia) completaron esta semana el segundo mes de confinamiento en Rheinsberg, en el noreste de Alemania, donde quedaron varados a consecuencia de la pandemia de COVID-19.
Los músicos aterrizaron en el país germano el pasado 10 de marzo con el fin de actuar en varios festivales, pero la inesperada paralización de la vida pública a causa del coronavirus apenas unos días después tiró por tierra sus planes y les dejó sin posibilidades de regresar a Bolivia.
En un principio, el escenario de su confinamiento no podría ser más idílico, pues la Academia de Música de Rheinsberg, donde la orquesta está alojada, forma parte de un complejo palaciego del siglo XVI -aunque el edificio es de nueva construcción-, sito a las orillas de un lago en una pequeña localidad 100 kilómetros al norte de Berlín.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la perspectiva de un rápido regreso a Bolivia se fue diluyendo después de que por cuestiones logísticas fracasaran varios intentos de lograr la repatriación.
40 ANIVERSARIO VIRTUAL
«Es una situación que nadie se esperaba,» explica por teléfono a Efe Carlos Gutiérrez, el director de la orquesta, que interpreta música contemporánea y de vanguardia con instrumentos tradicionales andinos y raíces indígenas y que el pasado 9 de mayo cumplió su 40 aniversario.
En lugar de festejarlo con un concierto de celebración especial en La Paz, tal y como estaba previsto, la orquesta empleó los instrumentos que tenía a mano y un repertorio distinto del previsto para llegar a su público con una interpretación en directo a través de Facebook.
Este no ha sido el único gesto de reinvención: tras la cancelación de sus actuaciones presenciales, en los meses de marzo y abril la OEIN pudo participar en varios proyectos artísticos desde Rheinsberg, gracias al ensemble alemán PHONIX16, con el que colaboran y que les ha acompañado en todo momento desde el inicio de su odisea.
Sin embargo, estos proyectos han concluido y el grupo busca desesperadamente otra fuente de financiación, según admite Gutiérrez, que se deshace en elogios para con todas las organizaciones alemanas que les han apoyado pero se muestra preocupado por el futuro.
Los gastos de alojamiento y comida de 25 personas ascienden a unos 2.000 euros al día (unos 2.170 dólares); a ello hay que sumar que la única posibilidad que existe por el momento de lograr la repatriación es que los músicos fleten un avión y se hagan cargo de los 14 días subsiguientes de cuarentena en un hotel determinado por el Gobierno.
Es por ello que la OEIN -que, tras el cambio de temporada, ha recibido donaciones de ropa de verano de la comunidad boliviana en Alemania- ha lanzado una campaña de crowdfunding en redes sociales para costear el regreso.
«Tenemos un deseo grande y potente de retornar a nuestro país y volver a ver a nuestras familias,» reconoce Gutiérrez, aunque apunta que son «conscientes de que no sería una vuelta a la normalidad», pues nada sería igual que cuando se marcharon.
EVITAR LOS DÍAS GRISES
El director de la orquesta destaca que los músicos, que se comunican a diario con sus familiares en Bolivia, mantienen una «gran voluntad de trabajo» para participar en cualquier nuevo proyecto que pueda surgir mientras permanezcan en Alemania.
Además de reunirse para ensayar, los jóvenes -que tienen entre 17 y 25 años- han organizado talleres de teatro, poesía y dibujo para «mantener la cohesión» y subir los ánimos, aunque nada puede evitar que de vez en cuando haya «días grises» ante la incertidumbre de cuándo podrán volver a casa.
No obstante, Gutiérrez destaca que están «agradecidos» por que les haya tocado pasar la pandemia en el entorno de Rheinsberg y no en otro lugar, así como por toda la ayuda que han recibido por parte de organizaciones alemanas y las experiencias que han tenido en estos meses.
«También nos están pasando cosas muy lindas», remata.
Por Clara Palma Hermann