México, 14 mar (EFE).- La industria semillera mexicana pasa por un momento crítico al decidir sobre la tecnología en las simientes, una encrucijada ante la que el director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC), Mario Puente, reclama un «marco jurídico certero» que favorezca «la investigación y la innovación».
«Hoy tenemos una ley de variedades vegetales que protege la inversión y las innovaciones que se generan en semillas, pero que requiere actualizaciones. Es una ley que tiene más de 20 años y que se hizo con condiciones diferentes a las actuales», explica Puente en entrevista con Efe.
El representante de la AMSAC, que agrupa a 74 empresas del sector, advierte que, si no se atiende esa demanda, habrá cada vez una «menor producción de grano nacional» y, por lo tanto, una mayor dependencia de la importación.
«Somos autosuficientes en maíz blanco, en eso no tenemos ningún problema, incluso hasta exportamos, pero donde tenemos nuestra gran oportunidad es en el maíz amarillo, porque estamos importando prácticamente 17 millones de toneladas en la actualidad», destaca al argumentar que la cifra puede aumentar.
SECTOR CLAVE
Puente apunta que las semillas son «el inicio de la cadena productiva» y que, salvo los provenientes del mar, todos los alimentos tienen su origen en las simientes, por lo que «juegan un papel muy importante».
«Quizás no somos un sector con un alto valor económico, comparado con otros sectores mucho más grandes que el nuestro. Pero somos un sector estratégico para poder tener los alimentos que requerimos como población», insiste.
Esta industria estratégica, aún sin una legislación actualizada, afronta el reto de producir, en esta época de crisis climática, «mayor cantidad de alimentos, de mayor calidad, de mayor sanidad, pero con menos recursos» de agua y tierra, y con plagas más agresivas.
«La tecnología existe. Las herramientas existen. No se están aplicando en este momento en México porque estamos esperando y trabajando para tener un marco regulatorio que dé seguridad para la implementación», sostiene Puente.
URGE INVESTIGAR
El líder de la AMSAC argumenta que el marco «ya existe en otros países» mientras que en México «existen algunos casos a nivel de investigación», en instituciones como el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La respuesta de las autoridades, en particular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), es «buena para avanzar en la actualización de las leyes» aunque no se han establecido «plazos fatales», comenta.
«Nos gustaría que fuera lo más rápido posible, pero está avanzando. Quizás la señal importante es que se está avanzando, que no está cerrada la puerta y que hemos visto también que sentados en la misma mesa, dialogando y analizando las diferentes posiciones tanto del Gobierno como del sector privado y la sociedad, podemos encontrar puntos de acuerdo», reflexiona.
Sin embargo, subraya que «algunas situaciones tienen que resolverse y coordinarse» para que los programas gubernamentales puedan devenir en «algo práctico», incidir en la reducción de las importaciones y «transitar en el camino de la autosuficiencia alimentaria».
«Es un ideal la autosuficiencia alimentaria, pero podemos incrementar la producción nacional y reducir la independencia», reitera el director ejecutivo.
La AMSAC, según su director ejecutivo, representa alrededor del 85 % del abasto de semillas mejoradas en México y genera un volumen de mercado de 1.000 millones de dólares anuales entre todos los cultivos que maneja.