México, 14 feb (EFE).- Los niños que crecen rodeados de afecto desarrollan cerebros más sanos que les permiten desarrollarse y crear vínculos afectivos que les ayudan a enfrentar situaciones de adversidad, explicó este viernes una experta mexicana.
«Los vínculos afectivos son muy importantes para poder desarrollarnos no solo en el plano emocional y racional, pero también para crear estructuras cerebrales más sanas y funcionales», explicó a Efe María del Rosario Alfaro Martínez, directora ejecutiva de la asociación Guardianes.
Detalló que cuando los niños reciben afecto se desarrolla una zona del cerebro llamada hipocampo, la cual participa en áreas de aprendizaje, memoria, orientación espacial y control de las emociones.
Las relaciones de afecto también generan en los infantes segregación de serotonina, una sustancia que ayuda a mantener el equilibrio en los estados de animo y regula las emociones frente a situaciones de estrés.
La especialista dijo que al existir una sensación de bienestar también se generan nuevas conexiones neuronales que ayudan a formar estructuras cerebrales más complejas, contrario a lo que sucede si el pequeño pasa por experiencias de golpes, por ejemplo, o por algún accidente.
Además de los beneficios a nivel cerebral, dijo Alfaro, los niños que son criados con cariño se convierten en adultos que saben relacionarse afectivamente y se vuelven resilientes ya que pueden enfrentar situaciones adversas y obtener puntos positivos de estos hechos, añadió la experta.
Sin embargo, esta crianza debe enseñar también sobre límites ya que los niños «necesitan una figura que les dé liderazgo y claridad para que respeten las reglas y normas», dijo.
Consideró que en la actualidad uno de los problemas que existen es que los padres pasan muy poco tiempo con sus hijos y para agradarles se vuelven una especie de amigo que complace y quiere satisfacer al niño lo que puede llevar a que estos pequeños no respeten las reglas y convivan con otras personas sanamente.
Por ello, Alfaro Martínez recomendó a los padres practicar lo que llama alfabetización emocional, esto significa explicarle a los niños las emociones por las que podemos atravesar y qué sensaciones tiene nuestro cuerpo.
«Cuando los papás les enseñan a los niños a reconocer todas las gamas de emociones que tenemos les permiten saber en qué situaciones está bien comportarse de una manera y en cuales nuestro comportamiento es fuera de contexto, además de advertir sobre las situaciones que nos ponen en riesgo o peligro», sentenció.