México, 16 feb (EFE).- A la autora mexicana Ángeles Mastretta le sobra material para escribir una novela sobre el poeta Joaquín Sabina, pero no lo hará porque sus vivencias con el español han sido demasiado hermosas y no hay forma de ponerlas en un papel.
«La realidad muchas veces es mejor que una novela y mi realidad con Sabina ha sido mejor que un libro», confesó en entrevista con la Agencia EFE Mastretta, una de las amigas más cercanas del autor de «19 días y 500 noches, quien se recupera de una cirugía luego de una caída el pasado miércoles en Madrid.
Conocida por sus novelas «Arráncame la vida», ganadora del premio Mazatlán de 1986, y «Mal de amores», merecedora en 1997 del Rómulo Gallegos, a los 70 años Mastretta mantiene una vitalidad infantil y su sagacidad al narrar le da un toque de pregonera de historias.
«Lo conocí en el bar Siqueiros. Con los García Márquez fuimos a verlo cantar y después nos estuvimos en él como hasta las tres de la mañana o la hora que se te ocurra. Ahí nos empezamos a hacer amigos, cada vez que venía pescábamos algún tipo de parranda, luego cena y conversación; así nos fuimos queriendo», cuenta.
Fue en aquellas noches de finales del siglo pasado cuando a Sabina se le ocurrió una idea casi perversa. Tras escuchar cantar a Ángeles en el restaurante «El cardenal», el español la retó a subirse con él en el escenario del Auditorio Nacional, uno de los teatros más emblemáticos de Hispanoamérica.
«Un día me habló Jimena, su mujer, una mujer encantadora, bellísima, joven e inteligente y me dice, ‘ya están ensayando’. Le dije, Jime, no voy a cantar. Me dice piénsalo un rato y nos volvemos a hablar», recuerda Mastretta al referirse a una de sus aventuras de mejor color con el autor de «Peces de ciudad».
Ángeles sacó en cuenta que a los 62 años hacía rato que no llevaba a cabo ninguna locura. No escuchó a su marido, el escritor Héctor Aguilar Camín, preocupado porque su esposa andaba ronca y le dolía un pie, y cuando Jimena repitió la llamada le dio el sí.
Lo que sucedió después cautivó a los 10.000 seguidores de Sabina que en medio del concierto oyeron hablar al artista de que lo mejor de México son los amigos y mejor todavía son las amigas y calificó a Ángeles de su recuatachona mexicana, la alegría de cualquier fiesta, con los ojos más brillantes.
«No canta… profesionalmente, pero a mí me ha puesto un nudo en la garganta oyéndola cantar el título de una de sus novelas ‘Arráncame la vida'», dijo Sabina al presentar a la escritora que quitada de la pena subió al escenario con un pantalón vaquero, tacones y un saco de lentejuelas y cantó sin una falla la pieza de Agustín Lara.
Ahora que Sabina recupera la salud en un hospital madrileño, Ángeles disfruta contar sus pequeñas historias con el «genio de Úbeda». Dice que a veces hacía dúo con el nobel García Márquez, pero cantaban boleros, rancheras o vallenatos, nunca las de Joaquín.
Con la autoridad que le da conocer la obra de su amigo y ser una de las novelistas más importantes de América Latina en los últimos 40 años, Ángeles no tiene empacho en calificar a Sabina de poeta y confiesa que a veces quisiera ser la dueña de algunas de sus frases.
«Me encantan sus hallazgos verbales. Es una maravilla que pueda estar tan cerca de la vida de tanta gente gracias a que escribe como escribe. Sabina es un novelista en trozos, nos tiene contada su vida en trozos», explica.
Mastretta cree que aunque posee un talento, Joaquín Sabina ha forjado su leyenda con una base sólida de lecturas desde los años de formación y presume haber sido testigo de su rica biblioteca que conoce de sus visitas a la casa del maestro español.
«Este leyó mucha poesía del siglo de oro, sin dudas. Es un gran lector, apasionado, debías ver su biblioteca. Le encantan las primeras ediciones, gasta dinero en ellas, tiene la del ‘Ulises’, de Joyce. Yo no tengo eso, considero los libros sagrados por lo que tienen dentro pero no me encariño con el objeto», confiesa.
Cree imposible elegir una canción favorita de Sabina, pero si la presionan a ello menciona «Princesa» y «Sin embargo».
«Búscate otro perro que te ladre, princesa…, es una canción buenísima. Y me encanta ese gran lugar común; de sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera», asegura.
Como si fuera una de esas lectoras de cartas capaz de predecir el futuro, Mastretta pronostica que Sabina se levantará del golpe de salud. Lo imagina con muchos años más de vida y canciones y revela que ya tiene planeado un diálogo para cuando lo vuelva a ver.
«Le diré, óyeme, pero qué tu te crees, que puedes estar brincando como un loco. El me va a decir, eso me creo. Y yo le voy a contestar: Tienes toda la razón».