México, 16 feb (EFE).- Se celebró en la Plaza México este domingo la última corrida de la Temporada Grande de la capital mexicana. Una oreja para el rejoneador español Guillermo Hermoso de Mendoza, que confirmaba alternativa, y otra para el torero a pie mexicano Arturo Saldívar, componen la estadística del festejo.
El jinete Pablo Hermoso de Mendoza, de España, y el torero José Luis Hermosillo, de México, finalizaron su comparecencia sin premio en una plaza con media entrada.
Se lidiaron tres ganaderías distintas. Tres de los Encinos para el rejoneo, de desigual presentación y juego, uno de Bernaldo Quiros, con casta; y cuatro de Santa Fe del Campo, bien presentados y bravos, destacando el lidiado en tercer lugar.
Se produjo fuerte polémica al no ser concedido el indulto al sexto toro de la tarde, que manseaba y embestía con poder, pero en arreones.
Se rozó el cuarto indulto de la Temporada Grande 2019-2020, debido a la fuerte petición de perdón, expresada mediante pañuelos blancos, por gran parte de la afición, presente esta tarde en el «Cerrojazo» de la Plaza México.
Esta vez sí, el juez, se mantuvo firme al no cumplirse en las cualidades del toro, o en la importancia de la faena, lo exigido para semejante decisión.
El toro de Santa Fe del Campo era intachable de hechuras y de buena estampa, acompañadas de poder. Pero tenía dejes de manso. Sus arreones, con los que acudía a los cites, trasmitían por el peligro propio de su raza.
Lo toreó Arturo Saldívar que estuvo despegado, sin lograr más que en los estertores de su labor de muleta tandas completas, de pases ligados, que el toro tomó más por su raza que por su casta.
En distintas ocasiones la falta de sitio de Saldívar, y de casta del de Santa Fe del Campo, provocaron que el cornúpeta saliese suelto de la muleta.
El peligro y la emoción los trajo el toro en el tercio de varas, derribando los dos endebles caballos, acostumbrados estos a toros sin empuje.
Saldívar perdió la oreja de puerta grande por el fallo en los aceros y su deslucida faena.
Tuvo en su primero, al que sí cortó apéndice, un animal de nobleza y trasmisión. El torero inició faena fuera de cacho, muy aliviado.
Con la mano izquierda mantuvo la excesiva distancia pero logró una tanda correcta de tres pases. Tras ello retomó la muleta con la mano derecha, más ceñido, hasta completar dos buenas tandas.
Faena en los medios, larga sin motivos, que se perdió en una final de circulares vulgares e incompletos.
Una estocada casi entera le facilitó el trofeo. El toro recibió arrastre lento. El mexicano José Luis Hermosillo, con solo dos corridas en su haber, incluida esta, enfrentó dos poderosos y complicados toros con los que estuvo valiente y ortodoxo, cargando la suerte y cruzándose, pero con una evidente falta de sitio.
A pesar de ella, logró meter a sus dos rivales en la muleta. Destacó con unas ‘calesinas’ al que cerró plaza, un toro complejo que prendió al veterano banderillero Christian Sánchez.
De la presencia de los Hermoso de Mendoza, quedó para el anecdotario la confirmación de Guillermo, de manos de su padre Pablo.
El joven jinete cortó una oreja a su segundo, en una actuación con momentos de mérito, pues enfrentó un encastado y móvil toro.
Aunque fue tocado tres veces en las ancas de su montura y falló con las banderillas a dos manos, dejó buenos lances de toreo con vértigo y riesgo logrando pases con el pecho y los posteriores del caballo, con el sello de la ya dinastía.
Pablo Hermoso de Mendoza anduvo clásico, sin histrionismo, toreando como exigían su primero encastado y su blando segundo, dejando ver pases en profundidad y quites ceñidos, pero sin la ambición que hace algunas temporadas dejó atrás.
Una buena tarde de toros, para acabar el ciclo, gracias a la bravura que varias de las reses portaban en sus genes.
Pero ensombrece el desempeño del festejo la petición de indulto, que muestra cómo parte del público ya no acude a la plaza a sentir las profundas sensaciones emergentes del rigor, sino la compasión que alivia, además de los riesgos de corridas mixtas.