Ginebra, 19 ene (EFE).- Los 1.700 altos ejecutivos que empezarán a llegar en las próximas horas a Davos para participar en el Foro Económico Mundial estarán bajo una presión moral inédita por el papel de sus compañías en el cambio climático, el aumento de las desigualdades y la degradación del medio ambiente, y su escasa voluntad de rendir cuentas por ello.
En Davos, una apartada localidad de los Alpes suizos conocida por sus instalaciones y pistas de esquí, estarán reunidos de martes a viernes los responsables de las firmas que generan el 70 % del volumen de negocio de las 100 compañías más grande del planeta, y entre ellos los consejeros delegados de ocho de las diez multinacionales de mayor valor del mercado.
Esta aglomeración de ejecutivos es única y se repite cada inicio de año en la reunión anual que organiza el Foro Económico Mundial (FEM), que este año ha adaptado su discurso a la urgencia climática y social, criticando las consecuencias del capitalismo ortodoxo orientado únicamente a la rentabilidad.
«Muchos se dan cuenta ahora de que esta forma de capitalismo ya no es sostenible», ha dicho el fundador del FEM y creador del Foro de Davos, Klaus Schwab, quien ha atribuido al «Efecto Greta» que solo ahora las actitudes empiecen a cambiar.
Para mostrar su sinceridad y que están preparados para encajar críticas más duras que de costumbre, los organizadores han optado este año por invitar a activistas sociales que, incluso, reclaman que esta reunión del Foro de Davos sea la última porque forma parte del sistema que perpetúa las desigualdades.
«La clase de multimillonarios debe ser abolida. Las élites económicas no tienen las soluciones a los problemas que afrontamos, porque ellos son los causantes de esos problemas», ha dicho la activista y feminista keniana Njoki Njehu, quien ha sido invitada a participar en el Foro de Davos.
Njehu intentará «denunciar la hipocresía desde dentro del foro» y enfatizará que «las desigualdades no se resolverán desde las frías montañas de Davos, sino desde las calles de Santiago y de Delhi, donde la gente protesta activamente».
La adolescente sueca Greta Thunberg también llegará con un mensaje que seguramente provocará más de una mueca entre los asistentes, a los que exigirá que las compañías, bancos, instituciones y gobiernos que representan detengan «de inmediato» todas sus inversiones y cualquier tipo de contribución relacionada con las energías fósiles.
«Este es el mínimo esfuerzo que se necesita para empezar una transición sostenible rápidamente», ha dicho la activista climática, quien desde este viernes acompaña una marcha de jóvenes que debía llegar hasta Davos el martes, pero que no ha recibido la autorización para ello y finalizará en Klosters, una localidad a 12 kilómetros de la primera.
Tanto Njehu como Thunberg forman parte de una categoría de líderes sociales con posiciones más críticas de lo que suele verse en el Foro de Davos, que este año ha invitado a menos medio centenar de representantes de organizaciones de la sociedad civil, la mayoría de ellas de alcance internacional.
«Invitamos a gente que critica al sector empresarial porque sin críticas no sería una reunión importante. Necesitamos a todas las partes alrededor de la mesa, esto es vital para el éxito del Foro», comenta a Efe el responsable de la comunicación y miembro de la junta directiva de la organización, Adrian Monck.
«Invitar a los responsables de los negocios para que se hablen a si mismos no tendría sentido», agrega.
Para el FEM y su creador, Klaus Swchab, el actor capaz de imponer cambios es el sector privado, que es el segmento del que depende y en el cual su reputación ha ido creciendo, como lo muestran las constantes solicitudes de empresas para convertirse en miembros.
Esto, antes que nada, representa una inversión significativa. La cotización anual para un «miembro» es de 60.000 dólares, una cifra que se multiplica por cinco para aquellos que desean ser «socios» y por diez para los «socios estratégicos».
Aparte de eso, cada representante de una empresa presente en el Foro de Davos 2020 habrá desembolsado para ello unos 25.000 dólares, lo que le permitirá acceder al espacio donde se crea durante cuatro días la red de contactos más exclusiva del mundo.
«Hay muchas más compañías interesadas en formar parte del Foro de las que podemos recibir», asegura Monck.
Todo eso, así como ingresos de la organización, que entre mediados de 2018 y de 2019 fueron de cerca de 340 millones de dólares, han hecho que sea identificada con el poder económico.
Sin embargo, Monck recuorda que hay otras organizaciones similares cuyas cotizaciones son muy superiores y que, en este sentido, el Foro «se posiciona como una organización económica, que opera de forma muy eficiente y no hemos cambiado el precio en mucho tiempo».
Explica que esos ingresos «nos permiten invitar a todos los demás participantes», ya que tanto los representantes de gobiernos y de la sociedad civil participan por invitación, pero sin pago de por medio.
Además están los gastos de seguridad que origina el evento, que son en parte cubiertos por el Gobierno suizo.
Por Isabel Saco