México, 19 (EFE).- María tiene nueve años. Le gusta el fútbol, asiste a la primaria, le gusta leer y jugar con su perrita, Mía. Hace tres años, todavía vivía en la Casa Hogar y Futuro y estaba lejos de imaginar que tendría una madre llamada Ana María Rosas.
Cuando se conocieron, recuerda su ahora mamá legal, María se echó a correr. «Ese es el recuerdo que tengo de ella», cuenta la madre en entrevista con Efe.
Para entonces, Ana María ya tenía preparado todo para la llegada de su hija. Había modificado su casa, con rejas en el balcón para evitar accidentes, y había decorado la habitación de su pequeña con colores rosas y morados, su cama y una cocinita para que pudiera jugar.
LA ODISEA DE ADOPTAR EN MÉXICO
Hacía ya tiempo que Ana María había decidido ser madre, aunque sabía que biológicamente era imposible, pues había atravesado por una histerectomía.
Entonces supo que su única opción era la adopción aunque nunca imaginó que en el proceso tendría que superar barreras y no claudicar ante su objetivo de tener un hijo.
Ana María trabaja como editora en un periódico y no tiene pareja, pero además, en aquel entonces rebasaba ya la cuarta década de vida.
«La primera vez que llegué a una oficina del DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia) lo primero que me dijo una mujer es que yo no iba a tener éxito. Primero porque era soltera y luego porque ya pasaba de los 40 años», confesó a Efe la también comunicadora.
De acuerdo con Juana Brenda Pérez Salazar, directora de adopción de la Procuraduría Federal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del Sistema Nacional DIF, «en el tema de adopciones no existe discriminación de ningún tipo, por raza, género, si son familias homoparentales, solteros, heterosexuales, homosexuales», afirma.
E incluso, asegura que el trámite para quienes tienen que adoptar es relativamente sencillo.
Ana María confiesa que aunque ese primer encuentro la derrumbó, estaba decidida a ser madre. «Lo primero que tienes que hacer es ir a cursos de inducción donde explican todo lo que implica una adopción», relata.
Y es ahí, en donde muchas parejas desisten de la adopción. No obstante, quienes deciden seguir el proceso deben, según Ana María, «contar con mucha paciencia y hasta valentía para enfrentar los procesos burocráticos que pueden llevar más de tres años».
Tras los cursos, invirtió meses en la entrega de una enorme cantidad de papeles, comprobantes de ingresos, fotografías de su familia, visitas en su casa, pasó por entrevistas, siguió todo el proceso y pagó aproximadamente 20.000 pesos (unos 1.071 dólares)… y esperó.
UN MARCO LEGAL INSUFICIENTE
Ricardo Bucio, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral a Niñas, Niños y Adolescentes, dice a Efe que quienes quieren adoptar se enfrentan a un marco legal y normas locales complejas
Muchos de los niños que están en albergues o casas hogar, están a la espera de que las autoridades ubiquen a sus padres o algún familiar -abuelos, tíos- que puedan hacerse cargo de ellos.
Algunos otros, tienen que esperar a que sus padres biológicos entiendan que no pueden hacerse cargo de ellos y cedan sus derechos para que los pequeños sean jurídicamente susceptibles de ser adoptados. Este proceso puede tardar años.
«Es un mito que todos los pequeños que están en este tipo de centros están a la espera de una adopción», aclara Pérez Salazar.
Pero aunado a ello, los criterios de adopción en los diferentes estados del país no están homologados: «No exista una ley nacional que establece y homologa los procesos de adopción», lamenta.
En diciembre de 2014 entró en vigor la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que establece que se debe contar con un sistema de información que permita conocer qué niños ya son susceptibles de adopción. Hasta ahora, ese registro no existe.
Entre mayo y junio de 2017, de acuerdo con la investigación de organizaciones civiles que incluyó solicitudes de información al DIF, así como a tribunales de justicia, había por lo menos 1.168 niños y adolescentes susceptibles de ser adoptados.
Sin embargo, de acuerdo con datos del DIF Nacional, en 2018 de las 28 solicitudes de adopción que recibió, solo se concretaron 14.
UN CASO DE ÉXITO
Ana María logró la adopción de María, quien ya lleva sus apellidos, tres años después de que comenzó su proceso y ese día lo recuerda como uno de los más felices de su vida. Aunque todavía la pequeña no la llama mamá, asume que Ana María ejerce ese rol.
Hasta la fecha consideran que no han tenido problema con que la gente sepa que es adoptada. «No lo mencionamos si no es necesario», cuenta. Son mejores amigas e, incluso, hasta tienen cierto parecido físico.
La foto de María está montada en un portarretrato con forma de árbol, donde está su mamá y abuelos. Y cuando se le pregunta si es feliz con su mamá, asiente con una gran sonrisa.
Ricardo Bucio acepta que todavía existe un gran estigma sobre el tema.
«La televisión privada se ha dedicado por décadas a distinguir y prejuiciar a personas que viven situaciones de adopción y a poner en situación errónea de que los padres tienen derecho a adoptar, pero la perspectiva es contraria: son los niños quienes tienen derecho a ser adoptados», manifiesta.
Sin embargo, Bucio considera que falta voluntad política para que se aprueben reformas constitucionales y leyes que faciliten los procesos de adopción. «La cuestión es que haya compromiso político», finaliza.