Tapachula (México), 21 ene (EFE)- Los miembros de la caravana migrante que superaron el cerco de seguridad del Gobierno mexicano planean este martes desde Chiapas, en el sureste mexicano, sus próximos pasos hasta la frontera norte, con el temor de ser capturados por las fuerzas de seguridad.
Decenas de centroamericanos, que permanecían en el parque central de Tapachula, contaron a Efe cómo escaparon de la Guardia Nacional, que este lunes golpeó, roció gas lacrimógeno y detuvó a cerca de 500 migrantes que cruzaron por el río Suchiate, que divide a México de Guatemala.
«Veníamos con la caravana y a la caravana no la dejaron pasar. Hubo un desmadre (caos). Nunca pensé que iba a pasar eso. Pero los hondureños somos fuertes. Tenemos que echarle pa’ delante porque no nos van a detener», expresó el hondureño Marvin, mientras reposaba en la plaza junto a decenas de sus compañeros.
Los centroamericanos son parte de la primera caravana migrante de 2020, que sumó hasta 5.000 personas tras salir la semana pasada de Honduras, pero que se dispersó este lunes, cuando fueron al río Suchiate desde el Puente Rodolfo Robles tras la negativa del Gobierno mexicano de otorgarles libre tránsito hasta Estados Unidos.
El Instituto Nacional de Migración (INM) informó que detuvieron a 402 personas, otras 40 volvieron por su cuenta a Guatemala y otras 58 se internaron por la selva, además de otros 110 hondureños deportados vía aérea por Villahermosa, Tabasco.
No obstante, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, habló este martes de unas mil personas que intentaron cruzar irregularmente el río. Aunque dio por zanjado el problema asegurando que se pudo controlar la situación.
En medio de este caos, hubo otros miembros de la caravana que atravesaron el río y llegaron a Tapachula, como la hondureña Wendy, que cruzó el afluente junto a sus cinco hijos y su esposo, quienes no saben dónde dormirán, pero mantienen la esperanza de llegar a Estados Unidos.
«Ahorita lo que estamos haciendo es que estamos esperando la caravana. Tal vez nos juntamos todos y salimos en caravana todavía, si no, pues vamos a ver qué hacemos, pero vamos a buscar un albergue porque no nos podemos estar quedando aquí en la calle tampoco, a ver si nos quieren ayudar aquí», manifestó la mujeres.
UN «GOLPE DURO»
El presidente Andrés Manuel López Obrador aseveró este martes que la Guardia Nacional, un cuerpo policial y militar creado por su Gobierno, respetó los derechos humanos de los migrantes que atravesaron el río Suchiate.
Más tarde, Ebrard desestimó las críticas sobre el trato migratorio a la nueva caravana al declarar en una rueda de prensa «que no hay una emergencia migratoria en el país».
Pero los testimonios de los centroamericanos que vivieron el choque con la Guardia Nacional contradicen el discurso de los funcionarios, como muestra el caso del hondureño Cristian, quien denunció que las fuerzas de seguridad golpearon sin distinción, incluyendo a niños.
«Es un trato muy agresivo con las personas. No son seres humanos, más el presidente, que él tiene que entender que los hondureños tenemos necesidad y no se tocó el corazón. Y nosotros veníamos en paz, nosotros estuvimos en el puente y hasta de rodillas le pedimos que nos dejaran pasar tranquilamente y no quisieron», dijo.
El canciller también afirmó que entre el sábado y domingo ingresaron al país 2.400 migrantes «respetuosos» de la ley, a quienes se les ofrecieron distintos estatus legales.
También precisó que, de los 4.000 empleos que prometió el presidente desde el viernes, ya se ocuparon 1.200, al asegurar que los centroamericanos tienen opciones en sus países con los programas Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida, que ofrecerán 2.000 puestos de trabajo en sus naciones de origen.
Aun así, el guatemalteco Luis Augusto calificó de «un golpe muy duro» el trato recibido por las autoridades mexicanas, al argumentar que ellos están dispuestos a cumplir las leyes de asilo, pero que, para muchos de ellos, el retorno a sus países es condenarlos a la violencia y la miseria.
«No saben la necesidad, el hambre, el frío que hemos pasado, todo lo que hemos caminado, y pues seguimos. Y si no hay respuesta de algún empleo, que tal vez nos ayuden, pues nosotros vamos con todo para delante hasta los Estados Unidos», indicó.
TEMOR Y DESASOSIEGO
En un recorrido por Tapachula, Efe constató el hermetismo de la Estación Migratoria Siglo XXI, adonde el INM ha trasladado en autobuses a cientos de los migrantes detenidos este fin de semana, aunque las autoridades en el lugar negaron la información y el acceso a los medios.
Por el temor a las autoridades, la caravana se ha dividido entre quienes ya se adelantaron, quienes esperan reagruparse y quienes están en un refugio, como el hondureño Adonis Exequiel, quien llegó al albergue «Jesús El Buen Pastor» tras caminar toda la noche con un pie lastimado y solo con su Biblia.
«Nos esparcimos. Y en la tarde, después de que ellos nos corretearon, caminamos parte de la noche, descansamos un rato y hoy en la mañana también caminos aproximadamente cinco horas y así fue como llegamos aquí, gracias a Dios, hemos llegamos hasta aquí muy bien y vamos a seguir caminando todavía», relató.