Málaga (España), 25 ene (EFE).- La ausencia de Pepa Flores, por más confirmada nunca creída, sobrevoló hoy la gala de los Premios Goya desde antes de su inicio y la recogida del galardón de honor por sus tres hijas, María, Celia y Tamara, supo a poco.
Ante un auditorio en pie, primero Celia, que había interpretado la canción «Estando contigo», a la que se unió luego María y más tarde una emocionadísima Tamara, recibieron de manos de Emilio Gutiérrez Caba un premio que reconocía una carrera de enorme éxito.
Una carrera que comenzó cuando Marisol era una niña y acabó cuando Pepa Flores, con 37 años, decidió dejar el mundo artístico que tanto le había dado y también quitado.
«Hace más de 30 años que nuestra madre tomó la firme decisión de bajarse de los escenarios, apartarse de los focos y de los platós para siempre», señaló María Esteve, que habló en nombre de su madre y de sus hermanas.
Hoy, aseguró María, Pepa Flores está «emocionada, contenta y superagradecida a la Academia, a los compañeros y a la cantidad de los mensaje que ha recibido».
«Nos está viendo, desde un lugar tranquilo», y en una televisión enorme, precisó la hija mayor de Pepa Flores, antes de agregar: «no nos podemos sentir más orgullosas de recoger este premio en su nombre».
«Aunque no se lo crea, y os prometo que no es consciente de ello, ha hecho felices a muchísimas personas», resaltó María, antes de dirigirse a su madre para decirle: «desde ese lugar en calma que has conseguido y que tanto te ha costado, disfruta este premio».
Y acabó alzando el Goya y diciendo: «¡Querida Pepita, este Goya de honor es para ti!».
Unas palabras que han resultado escasas para un premio que había levantado una enorme expectativa, sobre todo por la posibilidad de ver en público a Pepa Flores, algo que no hace desde que en 2016 se subió por sorpresa a un escenario para acompañar a su hija Celia cantando «Tómbola».
Lo más emotivo del homenaje a Pepa Flores fue la interpretación que ha hecho Amaia de «Canción de Marisol», tema de la película «Ha llegado un ángel»
«Tiene los ojos azules de tanto mirar al mar pero el barquito que espera ya nunca más volverá», dice la primera frase de una canción que Amaia interpretó con la candidez y sensibilidad que le caracteriza y que ya había adelantado en su paso por la alfombra roja, donde había expresado su nerviosismo y emoción por homenajear a su ídolo.