Madrid, 2 dic (EFE).- La primera jornada de la COP25 en el recinto ferial de Ifema en Madrid ha ofrecido hoy un menú de actividades intenso, acompañado por muchos litros de café y pendiente de la palabra quizás más reiterada a lo largo del día: ambición.
APERITIVO
Con temperaturas frías y superada la amenaza de huelga en el Metro, los asistentes a la cumbre se han encontrado nada más llegar con un draconiano servicio de seguridad que ha sido necesario superar en varias fases para acceder al interior de los pabellones.
Todo control parece poco teniendo en cuenta las miles de personas de delegaciones de casi 200 países, incluyendo más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, que deambularán durante las próximas dos semanas por este espacio intercambiando ideas y opiniones en los seis idiomas oficiales: español, inglés, francés, ruso, árabe y chino-.
ENTRANTE
Cualquier asistente que pretenda aprovechar bien la cumbre deberá conocer previamente la sopa de letras a la que se enfrenta.
El CO2 o dióxido de carbono es ya un clásico en los debates de la COP, pero hay que conocer también otras combinaciones de cifras y letras como el N20 u óxido nitroso (N20) -los madrileños lo conocen bien por las restricciones de tráfico que provoca- y los HFC o hidrofluorocarbonos, por no mencionar los GEI o Gases de Efecto Invernadero.
Y no hay que olvidar que no sólo se celebra la edición número 25 de la COP -o Conferencia de las Partes de la Convención del cambio climático de la ONU-, sino la 2 de la CM -o Conferencia de las Partes del Acuerdo de París- o la 15 del CMP o Conferencia de las Partes de los firmantes del Protocolo de Kioto -pese a su antigüedad sigue marcando la pauta en la lucha contra el cambio climático hasta que entre en vigor en 2020 el Acuerdo de París-.
PLATO PRINCIPAL
Todos los líderes internacionales que han tenido ocasión de hablar hasta el momento han mencionado la misma idea fuerza: ambición climática, para ir más allá de lo ya acordado a la hora de afrontar los desafíos actuales.
Ha insistido en ello el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien ha implorado recortar las emisiones contaminantes dado el «momento crítico» que vivimos.
También lo ha hecho el anfitrión de la cumbre, el presidente del Gobierno de España en funciones, Pedro Sánchez, quien ha asegurado que el país está «listo para dar un paso al frente» e incrementar el ritmo de reducción de emisiones comprometido para 2030.
Sánchez ha definido a Madrid como la capital «del diálogo y la palabra» en un discurso que ha hecho hincapié en las mujeres, los jóvenes y la justicia climática.
La ambición también ha estado presente en intervenciones posteriores, como la de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, quien ha anunciado que el próximo mes de marzo presentará una ley europea para convertir en «irreversible» la neutralidad climática en la UE.
Los europeos buscan liderar en esta cumbre el esfuerzo climático habida cuenta los titubeos de rusos y chinos y el escepticismo de los estadounidenses.
Aunque la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU Nancy Pelosi afirmaba hoy que su país sigue «implicado» en la lucha contra el cambio climático, parecía más interesada en cuestiones concretas de la política internacional puntual como la situación de Venezuela.
POSTRE
El momento más dulce de este lunes ha sido el sentimiento de agradecimiento generalizado hacia España, sobre todo por parte de la ONU y también de Chile, por haber sido capaz de organizar una cumbre operativa de estas características con tan poco tiempo.
Chile tomó el relevo de Brasil a la hora de organizar la COP25 pero la complicada situación interna que vive en las últimas semanas llevó a su presidente Sebastián Piñera a renunciar a esta cumbre.
España se prestó a asumir la organización aunque Chile mantuviera formalmente la dirección de la cumbre a través de su ministra de medioambiente Carolina Schmidt, presente en la cumbre.
En un video emitido desde Santiago, Piñera ha agradecido a España «desde el fondo del alma» mientras que Guterres ponía «la solidaridad y flexibilidad demostradas» por el Gobierno de Madrid como ejemplo de «lo que debería ser una colaboración permanente entre todos».