México, 6 dic (EFE).- La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) de México, Lucina Jiménez, entregó este viernes la Medalla Bellas Artes al director de escena Luis de Tavira, quien abogó por la construcción de un teatro para todos, sin renunciar a la profundidad, el rigor y la entrega.
Convencido de que nadie hace teatro solo, De Tavira afirmó al recibir la Medalla Bellas Artes que dicho reconocimiento atañe a toda la comunidad teatral: actores, escenógrafos, diseñadores, coreógrafos, autores, técnicos, promotores, difusores, gestores.
«En todos ustedes mi corazón leal se amerita», declaró.
Acompañado por la actriz Marina de Tavira, la directora Patricia Yáñez y el director de la Compañía Nacional de Teatro, Enrique Singer, el director de escena recibió el reconocimiento en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en Ciudad de México, donde se dieron cita de actrices, actores, alumnos y creadores escénicos que ovacionaron fuertemente al también dramaturgo.
Luis de Tavira agradeció el reconocimiento a sus 50 años dedicados al teatro. «Lo recibo con profunda alegría, con sencillez cabal, pero sobre todo con enorme gratitud por cuanto significa recibirlo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, que ha sido la casa donde se ha demorado durante muchos años el afán de mi quehacer teatral», declaró.
Para Luis de Tavira todo ha consistido en buscar y obedecer, porque el teatro nace de una pasión inquietante de conocer, proviene de un asombro que moviliza y abre la mente para que quepa el mundo.
Expuso que «quien llega al teatro viene buscando a un espectador, sale a su encuentro, se demora en el hallazgo, convoca, descubre lo que es común a todos, comunica, crea una comunidad cálida y aprende que para eso es necesario construir sobre una roca».
«El teatro elige, invita, exige, extenuado tal vez, exiliado a menudo, pero siempre capaz de revelarse como es, indispensable, insustituible, único para proponer en el aquí y ahora, vivo entre la escena y la reunión de los espectadores, las poderosas imágenes del acontecimiento personal que nos vincula en el desciframiento del enigma de la vida y la orientación posible de la historia», abundó.
El también pedagogo abogó por la construcción de un teatro destinado a todos sin excepción, que no renuncie por ello a la hondura del estremecimiento transformador del arte, al rigor de su exigencia, ni a la entrega de su amor insaciable. «Que México exista en la alta dimensión del teatro. Mientras el celo del teatro nos consuma, habrá esperanza», acotó.