México, 8 dic (EFE).- Ahora que es campeona súper gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la mexicana Yamileth Mercado le hace culto a una imagen sagrada, la de su figura cuando la despreciaron y se quedó sola frente a unos costales en el patio de su casa.
«Tuve un problema con un promotor, quien manipuló a mi entrenador; entonces me fui a mi casa y allí me entrené en el patio con un costal. A veces viajaba dos horas para hacer ‘sparrings’ con hombres porque no había mujeres peleadoras», recuerda Mercado en entrevista a Efe.
Originaria de Chihuahua, norte de México, la púgil derrotó el pasado mes de noviembre por decisión unánime a la keniana Fatuma Zarika y se hizo del cinturón súper gallo, con lo que se confirmó como una de las peleadores latinoamericanas del momento, con 15 victorias, cuatro por nocaut, y dos derrotas.
«Estuve a punto de dejarlo todo, hace como dos años pasé ocho meses sin entrenarme, no quería saber de box. Me dediqué a mis estudios y posteriormente volví a retomar mi carrera del boxeo; me integré al equipo del entrenador Alfredo Caballero y ahí todo cambió», cuenta.
Yamileth es un ejemplo cardinal de amor al boxeo. Aunque creció en una familia sin aprietos económicos, a los 10 años empezó a practicar el pugilismo sin otro motor que hacer caso a su corazón. Llegaron los pequeños torneos y luego de no tener oportunidades en el equipo olímpico de México, saltó al profesionalismo.
Vestida de rojo, con el pelo suelto, las uñas y sus labios gruesos pintados, la joven despliega la belleza de sus 21 años. Es una mujer educada y cuando habla rompe los estereotipos machistas de cómo debe ser una peleadora.
«Han demeritado el papel de la boxeadora, inventaron la idea de que debe ser agresiva y maleducada. El presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, está contento porque cree que puedo representar bien al Consejo», dice al tiempo la dulzura de sus ojos negros delatan un pacifismo alejado de su pose de leona en el ring.
Tiene solo victorias por nocaut, sin embargo pega duro. El mes pasado, por ejemplo, en el segundo asalto liquidó a la africana Zarika con un gancho a una costilla, después del cual su rival dejó de tirar golpes y perdió todos los asaltos.
«No sé por qué no se me dan los nocauts, tengo pegada, a lo mejor algo está fallando. La primera pelea con Zarika fue de toma y daca, en la segunda ella apenas tiró golpes, luego comentó que mi gancho la dejó con un dolor como de costilla fracturada. Es una rival respetable, humilde y digna de admirar», cuenta.
Mercado tiene dos derrotas, una en su primera pelea de campeonato mundial ante la africana, la otra un poco antes, frente a Jessica Muñoz; en una semana la obligaron a bajar de peso súper pluma a súper gallo, pasó dos o tres días sin comer y llegó al combate deshidratada.
«Fue una de las dos ocasiones que batallé con el peso, muchos me vieron ganar, pero los jueces votaron contra mi 90-100 como si hubiera peleado con las manos amarradas. La otra vez, por el título internacional del CMB contra la venezolana Alí Sanchez, duré cinco semanas en 58 kilos y no podía bajar. Luego di el peso, me recuperé, pude comer y gané», asegura.
Ahora está estabilizada en la división súper gallo y ya anunció estar lista para exponer su cinturón ante la rival que le digan en el lugar y momento que lo decida el Consejo Mundial.
«Ser campeona mundial es un compromiso y voy a pelear con quien sea necesario», observa.
Revela que encima del ring la adrenalina no permite sentir los golpes y al hablar de los olores en el cuadrilátero, confiesa que en sus peleas nunca sintió el aroma a sudor de sus rivales y solo detectó el tufo a vaselina de los cuerpos.
Es una peleadora diferente, que jamás pregunta cuánto dinero le pagarán y antes de subir a pelear hace una oración, no para recibir ayuda, sino salud para ella y su rival.
Luego todo cambia. Sus ojos bonitos se vuelven como de felinos, sus uñas pintadas son cubiertas por guantes y con ellos golpea a sus rivales como hace un tiempo solía hacer, cuando soltaba su frustración contra los costales del patio de la casa y apostaba a lo que parecía un imposible: ser campeona mundial.
«Como entonces sigo sin disfrutar las peleas de boxeo de la tele. Prefiero verlas en vivo, nunca en la televisión, aunque sí sigo al «Canelo» Álvarez, a Andy Ruiz y a mis compañeros de equipo», confiesa.