El Cairo, 10 dic (EFE).- El legendario café Umm Kulthum, fundado en el año 1948 y decorado con fotos y bustos dorados de la cantante, es uno de los pocos sitios en El Cairo donde todavía melancólicos clientes pueden disfrutar de la música tradicional y escuchar a la Monserrat Caballé egipcia mientras toman café.
Más de 40 años despues de su fallecimiento, El Cairo recuerda en cafés, calles y parques a la estrella de la canción árabe, que sobrevive en la memoria de Egipto convertida en símbolo de culto y musa de artistas.
«Si querías salir a comprar a alguna tienda no encontrabas a nadie en la calle y eso solo pasaba si había un concierto de Umm Kulthum o si el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, daba un discurso por la televisión», explicó a Efe Abdelhamid, que como gran parte de los taxistas de más de 60 años en El Cairo se conoce casi toda las melodías de la cantante.
DE FAVORITA DEL REY FARUQ A «SEGUNDA DAMA» DE NASSER
La María Callas egipcia (1989-1975) comenzó su carrera musical en un Cairo islamizado y profundamente nacionalista que impedía a las mujeres cantar en los cafés, un tabú que la obligaría a vestirse como un hombre para poder recitar sus poemas delante de la audiencia en los cafés de la capital.
Allí fue descubierta por una serie de intelectuales que querían modernizar el país y escapar de la tradición, «un pensamiento que también compartiría el futuro presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser», que gobernó el país entre 1956 y 1970, dijo a Efe el libanés Selim Nassib, autor del libro «La quise por su voz», que narra la historia de amor de la cantante con el poeta Ahmed Rami.
De ser la favorita del rey Faruq I de Egipto a convertirse en la «segunda dama» de Nasser, Umm Kulthum ha sido fotografiada en numerosas ocasiones vistiendo lujosas joyas y sus ya famosas gafas de sol con perlas incrustadas, que la protegían de la luz de los focos cuando cantaba sus largas canciones de más de una hora en el escenario.
RECUERDOS Y ARTE VIVO
Una de las mayores colecciones de objetos personales de la cantante está en el museo de Umm Kulthum, ubicado dentro del recinto del Palacio Manasterly en la isla de Rawda.
El director de la institución, Hesham Gabr, explicó a Efe que la mayoría de los objetos fueron donados por la familia.
Las medallas, los vestidos y los discos de la cantante, entre otros objetos, permanecen en las vitrinas de cristal a la espera de que en los próximos años la dirección del museo instale nuevas pantallas interactivas que permitan al visitante «comprender mejor la vida de la artista».
Lejos de las abarrotadas calles del centro y a pocos kilómetros de allí, varias familias descansan a la sombra de un árbol en el parque Umm Kulthum.
El espacio verde reúne a nuevas y viejas generaciones en una sociedad que se ha olvidado de lo clásico y ha dado paso a ritmos más modernos como el reguetón, el pop o la electrónica.
La música y el arte contemporáneo le sirven al pintor egipcio Wagih Yassa para reconciliar el pasado y el presente con pinceladas rápidas y espontáneas, con colores vivos y brillantes como el amarillo y el morado.
En las quince obras que tiene pretende «capturar las expresiones faciales de la cantante».
Antes de la llegada de la televisión las actuaciones de Umm Kulthum se emitían por la frecuencia «La voz de los árabes», radio nacional que se podía escuchar desde Marruecos hasta Bagdad, recuerda Yassa.
Asegura que «perdurará en el tiempo como la cantante que más conciertos celebraba al aire libre».
ENCONTRAR A UMM
Los restos de Fatima Ibrahim al-Sayyid al-Biltagi, su verdadero nombre, yacen en el cementerio del distrito Imam El-Shafei de El Cairo.
Pese a su fama y a su legado a la cultura árabe, la cantante no es la única Umm Kulthum. Hay otra más fácil de encontrar, la hija de un político musulmán.
El mausoleo de la cantante, decorado con alfombras y muebles de época, fue abandonado tras el derrocamiento del ex presidente Hosni Mubarak y la posterior agitación política que se apoderó del país en 2011.
Pese al deterioro de su tumba, miles de cairotas siguen yendo para encender sus teléfonos móviles y escuchar a la «Cuarta Piramide de Egipto», una voz que todavía resuena en las calles de Egipto mezclada con el ruido del tráfico y la llamada a la oración.
Por Raquel Coto