Metepec (México), 11 dic (EFE).- Artesanos mexicanos que elaboran figuras de la Virgen de Guadalupe, cuya fiesta se conmemora este 12 de diciembre, sobreviven a través de la tradición y la innovación artesanal, en un mercado invadido por piezas industriales y hechas en China.
La tradición se mantiene viva en el centro del pueblo mágico de Metepec, a unos 60 kilómetros al occidente de Ciudad de México, donde el artesano Miguel Rodríguez crea a mano, desde hace 15 años, figuras de la Guadalupana pese a observar que cada vez menos personas se dedican al oficio o a la compra de piezas únicas.
«Desgraciadamente se ha perdido mucho (la tradición), a la gente ya no le importa mucho trabajar artesanías, prefieren otras cosas y rescatar esto es principalmente por la gente del pueblo; (antes) la mayor parte del pueblo se dedicaba a trabajar el barro», cuenta Rodríguez a Efe desde su taller.
Las artesanías son el segundo sector más importante del PIB cultural de México, que registró un total de 702.132 millones de pesos (36.445 millones de dólares) en 2018 para representar el 3,2 % del PIB nacional, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Esto significa que la producción artesanal contribuyó al 18,8 % del PIB cultural con un valor mayor a los 132.000 millones de pesos (6.852 millones de dólares), detalla el Inegi.
Para artesanos como Miguel y su hermano Rogelio, parte de esta producción la atribuyen a la Guadalupana, la «virgen morena» que este jueves cumple 488 años de su aparición ante el indígena San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, en la capital del país.
«En realidad, ha bajado un poco la venta, pero la artesanía todavía sigue fluyendo. A la gente le interesa mucho conocer el proceso del barro. El barro es un material que dura más que otros tipos, como la cerámica y el yeso. Es muy duradero y por eso la gente lo sigue consumiendo», describe Rogelio.
FERVOR INTERNACIONAL
Más de 10 millones de personas acudieron a la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México en diciembre de 2018, lo que la convierte en uno de los templos católicos más visitados del mundo.
Dentro de esos visitantes, hay un creciente interés de los extranjeros por la Guadalupana, una razón a la que Rogelio atribuye que la mayoría de las artesanías del taller se vendan «prácticamente fuera de México», con España y el Vaticano como algunos de los principales destinos.
«Lo que le gusta mucho al extranjero es saber cómo se realiza una artesanía desde el inicio de modelar el barro, la preparación, el forjado, el terminado. Es decir, le gusta mucho el proceso, es lo que le llama mucho la atención y es cómo les interesa consumirla», explica el artesano.
INNOVACIÓN Y ADAPTACIÓN
A unas cuadras del taller de los hermanos Rodríguez, Silvestre Sánchez muestra una tradicional figura de la Virgen de Guadalupe que creó junto a su familia hace 30 años, cuando fundó su propio taller.
Pero esa pieza de la Guadalupana es «muy distinta» a las que Sánchez fabrica ahora en su taller, donde las vírgenes actuales son «fuera de lo común» para «ajustarse a los clientes», al tener elementos del colorido árbol de la vida, una artesanía popular de la región.
«La técnica que ven alrededor es pigmento, pero finalmente tratamos de innovar cosas. Estos diseños los empezaron a hacer mis hermanos Cecilio y Rodolfo porque por lo regular trataron de hacer cosas que no fueran tan ‘normales'», comenta el artesano.
Sánchez considera como una de «sus mayores satisfacciones» que cada uno de sus hermanos tenga su propio taller artesanal, un oficio que él ya enseña a sus nietas de nueve años ya que considera que todo empieza «como un juego».
A pesar de destacar la importancia de la tradición, Sánchez admite que el oficio artesanal necesita protección y, al mismo tiempo, innovación, para adaptarse a los nuevos gustos de los consumidores, sobre todo de otras regiones de México y otros países.
«La generación que me tocó vivir trabajó mucho y tuvo que empujar (presionar) mucho porque ante se hacían sólo ollas y cazuelas (de barro), eran cosas utilitarias y con el paso del tiempo nosotros tuvimos que ir innovando las cosas que en su momento nos enseñaron», reflexiona.