México, 15 dic (EFE).- La octava corrida de la Temporada Grande en la Plaza México finalizó este domingo con la puerta grande del matador mexicano José Mauricio, tras una faena en la que se vio superado por la casta de Malagueñito, perteneciente al hierro de Barralva.
El también mexicano Fermín Rivera cortó una oreja al quinto de la tarde mientras que el español David Fandilla «El Fandi» fue pitado en sus dos toros.
Las reses del hierro de Barralva, bien presentadas salvo el lidiado en segundo lugar, fueron encastados en general sobresaliendo el sexto con el que José Mauricio logró las dos orejas.
Unas 6.000 personas acudieron al coso de Ciudad de México. Se cortó la coleta el subalterno Felipe Kingston.
Tras siete corridas de ganado mal presentado, blando y sin casta, los toros de Barralva facilitaron que el octavo festejo resultase el más interesante de lo que llevamos de Temporada Grande.
Animales con trapío rematado en defensas muy serias que se mantenían fijos durante la lidia y tomaban los engaños con codicia.
No fueron nobles fáciles que iban y venían, su casta obligaba a mandar y tragar mucho por parte de los matadores.
José Mauricio destacó en el tercero de la tarde en una tanda de naturales ejecutada con temple, ortodoxia y ligazón.
Antes había llevado al de Barralva al centro del ruedo con torería, para realizarle allí la faena, que salvo ese pasaje por la izquierda y algún buen muletazo con la derecha careció de mayor interés.
Falló con los aceros y a pesar de los dos avisos dio una injustificada vuelta al ruedo. Mucho más exagerada fue la valoración de la labor de José Mauricio con el que cerró plaza.
El cornúpeta colorado, de nombre Malagueñito, tenía el peso más bajo del encierro pero era de hechuras impecables además de ser corniabierto y cornalón. Tomaba los engaños con violencia, acudió al caballo a la carrera, recibió fijo el castigo, se enceló en banderillas llegando a prender al banderillero Sergio González y tomaba la muleta haciendo el avión.
La errática faena de Mauricio se inició dejando al toro crudo tras el tercio de varas.
A partir de ahí, el matador mexicano no ofreció al astado el sitio preciso para obligarlo a tomar la tela para aprovechar su embestida a ras de suelo, especialmente por el pitón derecho.
El muy encastado desarrolló peligro por la falta de mando y empezó a quedarse a mitad de los pases que nunca llegaron a ser completos.
La faena se tornó emotiva pero sin fundamento. Por momentos José Mauricio aguantó los derrotes del Malagueñito buscando completar una tanda, pero cuando el Barralva le prendió por primera vez, el torero se limitó a hacer desplantes en la cara del toro mientras le restregaba la muleta por el morrillo.
El tremendismo caló entre los aficionados. Tras tirarse a matar con mucho valor logró estoquearlo, pero de nuevo fue volteado, los graderíos se enardecieron mientras se llevaban al torero a la enfermería.
Al tiempo que los pañuelos afloraban, Malagueñito agonizaba con bravura, sin abrir la boca y levantándose a pesar de la mortal estocada.
Fue apuntillado con los cuartos traseros erguidos. El juez de plaza otorgó dos orejas tan injustas como los pitos que la mayoría de los aficionados dedicaron al mejor toro de lo que va de Temporada Grande.
El torero volvió a la arena y pudo pasear sus trofeos. La otra oreja de la tarde la logró Fermín Rivera por una faena ante otro buen bovino de Barralva en la que siempre le faltó un paso y de la que destacó una tanda de derechazos.
El español El Fandi tuvo dos rivales encastados que le superaron al citar muy despegado.
Al verse abrumado por la peligrosa bravura de ambos abrevió, lo que motivó las protestas del público.
Acabó el festejo con una puerta grande en Ciudad de México que premia la falta de sitio y pone bajo sospecha la bravura y la casta que requiere una plaza de primera categoría.
Borja Ilián