Houston (EEUU), 29 dic (EFE).- Nacer mujer en el cuerpo de un hombre ha significado para Anandrea Molina una historia de rechazo y dificultades que la llevaron a querer quitarse la vida hasta cuatro veces, de lo que resurgió para crear el primer y único refugio de mujeres trans latinas en Texas.
Llegada a EEUU en el año 2001, tras atravesar sola el Río Grande y huyendo de la persecución que sufría en su natal Matamoros (Tamaulipas), la mexicana pasó una serie de penurias en el país de acogida, y fue sufrir un acto de discriminación lo que la empujó a fundar la Organización Latina de Trans en Texas (OLTT).
«En un evento de inclusión de la comunidad LGBT no nos permitieron usar el baño de mujeres y obligaron a una de las chicas a orinar afuera del local, en un terreno al lado del estacionamiento», relata a Efe Anandrea.
Aquel episodio acaecido en Houston, en enero de 2015, impulsó a Anandrea a no seguir callando y aguantando «la discriminación y el rechazo» que asegura es «notoriamente» exacerbado cuando se trata de personas transexuales, transgénero o queer.
A través de OLTT creó en 2017 «Casa Anandrea», que atiende las necesidades de personas transexuales, transgénero y queer en la ciudad de Houston, algunas de ellas diagnosticadas con VIH. Casi todas, al igual que Molina, han sido víctimas de abuso infantil, violencia, maltrato, adicción al alcohol o a las drogas y prostitución en las calles.
Solo en 2018 recibió más de 150 personas, a las que proporcionó techo, comida, cama, asesoría legal y un ambiente seguro, en una casa de tres pisos ubicada en una populosa zona de Houston y donde en promedio unas 20 personas comparten al mismo tiempo este hogar temporal.
«Esto en muchos de los casos ha significado la diferencia entre la vida y la muerte», dice Molina a Efe.
En ese espacio, para muchas el único hogar en el han vivido en años, comparten una amplia cocina, sala, comedor, habitaciones equipadas, un salón para recibir clases y charlas sobre diferentes temas de interés y una terraza con vistas al exterior.
«Casa Anandrea» es solo uno de los siete programas que ofrece OLTT, de la que Molina es presidenta.
La labor de esta organización se enfoca en la comunidad LGBTQ hispana, y más exactamente en los indocumentados, la «minoría de las minorías», como los califica la mexicana.
«Sufrimos los rigores propios de quienes están en Estados Unidos sin un estatus legal, pero llevamos además el peso del rechazo, la violencia y la discriminación tan presentes hacia quienes hemos tenido la valentía de no esconder nuestra verdadera identidad de género», explica.
La mexicana, de 41 años, recuerda que en su adolescencia asistió al seminario porque siempre quiso dedicarse a hacer el bien, pero convencida de no poder seguir engañándose a sí misma ni a los demás, a los 18 años decidió renunciar y asumir su verdadera identidad: una mujer.
A partir de ahí transformó su apariencia para hacerla coherente con el sexo con el cual se identifica y decidió luego huir de su país y cruzar la frontera como indocumentada, estatus que mantiene hasta hoy.
En 2002 se radicó en Houston y durante años experimentó las dificultades de no poder conseguir trabajo y tuvo que dormir en las calles.
Fue maltratada, muchas veces por otras chicas transexuales porque, según dice, lograr la unión y la confianza entre ellas es extremadamente difícil, dado que casi todas han pasado por situaciones de vejación y abuso.
Tras el incidente de 2015, y superando trabas como el no saber inglés, logró crear OLTT, que ofrece programas de capacitación, liderazgo, cambio de nombre y de marcador de género a quienes califiquen.
Provee además asesoría para evitar la deportación, ayuda a víctimas de asalto sexual o tráfico humano, atención a personas que requieran tener acceso a programas de salud mental y servicios médicos a quienes han sido diagnosticados con VIH.
Con el tiempo y mediante fondos del sector privado o a título individual, la organización ha logrado asistir a más de 4.000 personas, muchas de las cuales se mantienen como voluntarias dentro de la organización.
Premiada y reconocida como una líder comunitaria en la ciudad de Houston, Anandrea Molina se considera una inmigrante indocumentada que ya no se esconde porque ha encontrado en la lucha por el bien común su mayor razón para vivir y seguir adelante.
«Me han quitado tanto que se han llevado mi miedo y necesitamos luchar unidas por una vida mejor para todas», asevera.
Yasmín Rincón