México, 1 nov (EFE).- Cae la noche del 31 de octubre y miles de indígenas zapotecos del municipio de Atzompa visitan a sus difuntos en el panteón de este municipio del sureño estado mexicano de Oaxaca. Durante horas los rezan, los acompañan, les iluminan con velas esta breve visita al mundo de los vivos e incluso les cantan.
En Atzompa, viven los herederos de Monte Albán -el insigne asentamiento zapoteca de la región- y para ellos, la vida continuaba después de la muerte.
Por eso al caer la noche, los vivos colocan velas sobre las tumbas para iluminar la noche donde la muerte se vuelve vida.
Don Luis Olivera, originario de Atzompa, llegó al anochecer al panteón viejo -como le llaman los nativos del pueblo a este cementerio- a alumbrar el camino de los muertos que comienzan a llegar al mundo de los vivos.
«Es para dar luz a nuestras personas… porque pensamos que las almas nuestra creencias que en estas fechas las almas visitan a nuestras casas», explicó en la madrugada de este viernes a Efe.
El hombre, de 57 años, describió parte de la tradición: «Ponemos un altar, ponemos una ofrenda, compramos nuestras frutas compramos el pan, el chocolate, el mole».
«Yo soy creyente y creo que las almas vienen esta noche a visitarnos nada mas que nosotros no tenemos el permiso de verlos pero ellos si nos pueden ver», remarcó.
Este 1 y 2 de noviembre se celebra el Día de Muertos en México, una celebración común a todas las culturas de Mesoamérica que tenían un concepto parecido sobre muerte y su significado, y que, con la llegada de las españoles, adquirió mestizaje y sumó nuevos elementos y significados católicos.
Rodeado de velas, Francisco Juárez recuerda que la costumbre se preserva gracias que sus padres lo llevaron desde que él era niño a alumbrar a los muertos.
«Mi papá y mi mamá nos enseñaron desde pequeños, ya tiene muchos años ya, cada año es la costumbre que viene uno aquí», explicó a Efe.
En esta velada, vida y muerte permanecen inseparables, alimentando la creencia de que los muertos regresan esta noche al lado de sus seres queridos que no los olvidan.
En silencio doña Sara Ocampo, nativa de Atzompa, sabe que sus difuntos padres están con ella y ella aguardará al sueño para mirarlos.
«Pues tenemos un consuelo de que nos están viendo. Estamos con ellos nos ven y nosotros también en los sueños los vemos que vienen. Por eso venimos desde chiquitos porque nosotros vamos a estar aquí y no vamos a estar tan contentos de que no nos vengan a ver», apuntó.
Según explica esta mujer de 56 años de edad, la tradición del culto a los muertos es la celebración más importante del año para los zapotecas que habitan el valle de Oaxaca.
«La Navidad a veces la pasamos durmiendo. Pero esto no, tenemos una semana ya de preparativos», remarcó.
Esta tradición inició en la época colonial cuando los habitantes de Atzompa acudían al caer la noche al cementerio a rezar y a esperar que sus difuntos regresaran del más allá.
Para recibirlos y llevarlos a sus viviendas donde degustarán de la ofrenda compuesta de los alimentos y bebidas que más disfrutaron en vida.
Durante la velada, en gran medida silenciosa y únicamente iluminada por la luz tenue de los pabilos encendidos, se pueden observar a los familiares del difunto hablando con él sin palabras.
Otros más rezan o cantan acompañados de sus familiares y amigos al pie de las tumbas durante toda la noche.
Al pie de la tumba de su hermano que falleció a los 20 años de edad, llegó puntual a la cita Estefanía Enríquez para entonarle sus canciones favoritas.
«Él era músico y el detalle es que a él le gustaban mucho las canciones rancheras. Las canciones que ahorita estamos tocando son las que a él tanto le gustaban, las que le alegraban el alma», indicó a Efe.
La tradición de creer que los muertos regresan es admirada por los turistas que se sorprenden que algo tan temeroso como la muerte se pueda entender aquí como un reencuentro de amor y consuelo con los seres fallecidos.
Después de la velada, el panteón de Atzompa permanecerá vacío hasta la tarde del 2 de noviembre, porque de acuerdo con la creencia las ánimas regresan ese día al mundo sepulcral.
En la región central de Oaxaca, solo Atzompa y Xoxocotlán, comunidades asentadas en lo que fue la hoy zona arqueológica de Monte Albán, persiste esta tradición de pureza prehispánica.