Morelia, 2 nov (EFE)- Miles de indígenas de la etnia purépecha celebraron el regreso de las almas de sus seres queridos en la ancestral ceremonia del Día de Muertos, que se realiza en la región lacustre del estado de Michoacán, en el oeste de México.
La celebración, basada en ofrendas gastronómicas y veladoras que se colocan en las tumbas o altares dedicados a los muertos, se realiza año con año en más de 30 municipios que circundan principalmente los emblemáticos lagos de Pátzcuaro y Cuitzeo.
Los purépechas, la principal etnia del oeste mexicano, mantienen viva la creencia que durante la Noche de Muertos sus difuntos regresan en espíritu para estar con ellos en una ceremonia de velación nocturna en la que participan niños, adultos y ancianos.
Esta ancestral conmemoración reunió entre los días 1 y 2 de noviembre a 200.000 turistas mexicanos y extranjeros, entre ellos a Christopher Landau, embajador de Estados Unidos en México.
La Noche de Muertos (nombre para el Día de Muertos en Michoacán) está inscrita como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultrura (Unesco) al ser una conmemoración que data desde la época prehispánica y que trasciende los ámbitos culturales nacionales e internacionales.
El culto a los muertos en Michoacán es catalogado como una ceremonia pagano-religiosa en la que, principalmente en las comunidades indígenas purépechas, se realiza durante el transcurso de la noche del día 1 de noviembre y hasta el día siguiente.
En este lapso, los indígenas colocan altares en sus casas con fotografías y objetos de sus difuntos, acompañados por ofrendas que evocan los principales gustos de comidas y bebidas que tenían sus seres queridos.
En los cementerios, los michoacanos decoran las tumbas con las coloridas flores de cempasúchil, veladoras y papel picado, que sirven de marco para rezos católicos y pláticas para recordar a los muertos.
El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, reveló que para este 2019 se ha incrementado la visita de turistas nacionales y extranjeros al poblado purépecha de Santa Fe de La Laguna, en la ribera del Lago de Pátzcuaro.
Allí vive Salud Ramírez, una mujer indígena de más de cien años en quien, según sus familiares, está inspirado el personaje de Mamá Coco, de la exitosa película «Coco» (2017).
Para la conmemoración del Día de Muertos, la casa de doña Salud se convirtió en una tienda que tiene a la venta artículos de «Mamá Coco», aunque el director del filme, Lee Unkrich, aseguró que el personaje no se basó en ella.
Otras celebraciones tienen en otros puntos de todo el país, cada una con sus particulares acentos regionales.
La música de viento identifica a las comunidades del sureño estado de Oaxaca y sella la vida desde que las personas nacen hasta que exhalan su último suspiro para entrar al mundo de los muertos.
Este vínculo musical es insustituible en los festejos de los muertos del 1 y de 2 de noviembre, especialmente en Jalapa del Valle, donde fuera de toda solemnidad los vivos bailan por dos días para festejar a los muertos.
En la celebración intervienen personajes clásicos e insustituibles como los abuelos, el diablo, la muerte, las viudas y las monjas, que son interpretados por la gente del mismo pueblo.
En Ciudad de México, el decorado del Día de Muertos se adueñó este viernes de la plaza principal de la capital, el Zócalo, gracias a la inauguración de la tradicional ofrenda a los fallecidos de cada 1 de noviembre.
La céntrica plaza quedó decorada con la instalación «Altar de altares», un entramado de cuatro estructuras de madera, cada una de las cuales representa en un altar las particularidades de este rito en las distintas zonas del país (norte, sur, este y oeste).
Este sábado, más de 3.000 artistas, 50 comparsas y una decena de carros alegóricos y alebrijes protagonizan el Megadesfile de Muertos con el que las capital del país pone punto final a los festejos.