Sao Paulo.- El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) dejó este viernes la cárcel tras pasar 580 días preso y ahora, beneficiado por una decisión del Tribunal Supremo, recurrirá en libertad una condena a 8 años y 10 meses por corrupción pasiva y blanqueo de dinero.
Eran las 17.41 hora local cuando el carismático líder del Partido de los Trabajadores (PT) abandonó la sede de la Policía Federal de Curitiba, capital del estado de Paraná (sur) y se echó en brazos de los familiares, simpatizantes y correligionarios que le esperaban a sus puertas.
Al grito "¡Lula libre!¡Lula libre!", el exjefe de Estado, de 74 años, quedó en libertad tras verse beneficiado por una ajustada decisión tomada en la víspera por el Tribunal Supremo de Brasil, que declaró inconstitucional la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos en la Justicia.
Sus primeras palabras al salir del presidio fueron para agradecer el apoyo de los militantes que durante 1 año y 7 meses acamparon a las puertas de la Policía Federal en señal de solidaridad.
Además, aprovechó para criticar duramente a los integrantes de la Lava Jato, la mayor operación contra la corrupción en la historia de Brasil.
"Necesitaba resistir para luchar contra el lado podrido del Estado, de la Policía Federal, del Ministerio Público, de la Justicia. Trabajaron para criminalizar a la izquierda, a Lula y al Partido de los Trabajadores", dijo un emocionado Lula en las inmediaciones de las instalaciones en las que ha estado encarcelado.
También atacó a Sergio Moro, el juez que lo condenó en primera instancia y que actualmente es ministro de Justicia en el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, principal detractor político de Lula.
"Salgo de aquí con un gran sentimiento de agradecimiento. Quiero probar que este país puede ser mucho mejor cuando tenga un Gobierno que no mienta en Twitter como hace (Jair) Bolsonaro", manifestó.
Bolsonaro, quien acostumbra a atacar al PT y a la izquierda en sus discursos, se mantuvo en silencio sobre la decisión del Supremo y, en uno de sus discursos, se limitó a ensalzar la labor de Moro.
"Si no fuese por la misión del ministro, no estaría aquí", afirmó este viernes el presidente brasileño, líder de la ultraderecha en Brasil y quien venció las elecciones de octubre frente al delfín político de Lula, Fernando Haddad.
Quienes sí criticó sin ambages la decisión fue su hijo Eduardo Bolsonaro, el diputado más votado de Brasil.
"Sueltan a bandidos y desarman al ciudadano. Pobre brasileño…", declaró.
DE VUELTA A SU CUNA POLÍTICA
El antiguo líder sindical tiene previsto reunirse este sábado con sus correligionarios en el sindicato de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, su cuna política y donde pasó sus últimas horas atrincherado antes de ingresar en prisión hace 1 año y 7 meses.
Aquel 7 de abril de 2018, Lula dejó el sindicato cargado en hombros por una multitud y aterrizó en helicóptero en la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde comenzó a cumplir una pena de 8 años y 10 meses de prisión en una sala de 15 metros cuadrados.
Esta condena fue ratificada en tres instancias diferentes, por corrupción pasiva y blanqueo de capitales, después de haber sido hallado culpable de recibir un apartamento en el balneario paulista de Guarujá a cambio de favores políticos a la constructora OAS.
Ahora esperará en libertad hasta que agote todos los recursos disponibles en el sistema judicial brasileño, según decidió el Supremo en la víspera en una votación ajustadísima (6-5).
La máxima corte del país anuló su propia jurisprudencia, vigente desde 2016 y a través de la cual autorizó ejecutar una pena de prisión después de que esta se confirmara en segunda instancia y aún dos apelaciones pendientes en tribunales superiores.
Además de la condena por el conocido como 'caso triplex', tiene un rosario de procesos en la Justicia y contra él ya pesa otra pena a otros 12 años y 11 meses de cárcel en un caso muy similar, pero dictada hasta ahora en primera instancia y aún no confirmada en la segunda.
A la espera de las próximas decisiones judiciales, Lula ya ha comenzado a trazar su futuro. Tiene previsto casarse con su actual pareja, la socióloga Rosangela da Silva, y piensa recorrer Brasil.
"Mañana me encuentro en el sindicato y después las puertas de Brasil estarán abiertas para que lo pueda recorrer", adelantó.