México, 12 nov (EFE).- El teatro profesional y remunerado es el camino hacia la libertad que alguno de los internos de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, en Ciudad de México, pudieron elegir, consiguiendo así oportunidades laborales y nuevos horizontes personales para todos ellos.
Varios días a la semana y desde hace diez años, un grupo de reclusos prepara las obras que presenta al público tanto dentro del centro como fuera, en la Ciudad de México, en un espacio abierto a la diversidad y a la innovación en el teatro en todas sus vertientes.
Javier Cruz estuvo 16 años interno y sus inicios en la cárcel estuvieron protagonizados por las drogas, pero cuando entró en el teatro encontró una motivación para reeducarse. Y desde el día siguiente de salir de prisión, trabaja en el conocido Foro Shakespeare de la capital.
Además, sigue apoyando al grupo de teatro del penal de Santa Martha.
Juan Luis Hernández lleva cinco años dentro de la compañía y, aunque entró para mover butacas, pronto tuvo la oportunidad de interpretar un papel y desde entonces supo que tendría que estar muy comprometido.
«En el momento que entré a la compañía dejé actividades por fuera y cambié horarios de visita por pertenecer a dicha compañía. Si quiero profesionalizarme, tengo que estar aquí», sentenció este martes a Efe.
Para ellos es muy importante que esto sea un trabajo por el que reciben un salario. Porque con esto consiguen, además de tener su propio dinero y gestionarlo como deseen, formarse en esta disciplina desde detrás de las rejas.
Lo que en un futuro puede abrirles puertas en el mundo del arte.
UN PROYECTO SOCIAL DE LARGO ALCANCE
La Compañía de Teatro Penitenciario Santa Martha Acatitla, que es uno de los proyectos de Impacto Social del Foro Shakespeare, ofrece a sus integrantes un grupo donde sentirse motivados por un objetivo común que es cada función, planeada y ejecutada de la manera más profesional posible.
En las funciones el público acude al penal o al Foro Shakespeare en funciones especiales en muchos casos sin saber qué se encontrará.
Y lo que ve encima del escenario son actores formados ofreciendo una representación de calidad desde un lugar diferente al resto de compañías.
«La conexión que tiene que haber entre el publico y nosotros es que se den cuenta de que si alguna vez cometimos un error tenemos la oportunidad de cambiar el chip y que no somos esa parte oscura de la sociedad. Necesitábamos una oportunidad como esta», explicó Hernández.
Algunos, como Cruz, salen de la penitenciaría y continúan su labor en El77 Centro Cultural Autogestivo, operado por el área de Impacto Social del Foro Shakespeare y sede de la Compañía de Teatro Penitenciario que tiene como objetivo el desarrollo de iniciativas que posicionen la cultura como una herramienta de cohesión y transformación social.
Y precisamente, la que es directora del Foro Shakespeare desde hace 18 años acudió a Santa Martha a hacer un taller de cuatro sesiones con los miembros de la compañía y finalmente se quedó.
Itari Marta Mena vio en este taller una oportunidad porque como actriz y como persona tenía interés en explorar esta parte de la sociedad que no conocía, y de esta manera, consideró, podría también aportar algo al país.
Al echar la vista atrás, Mena ve que hay dos cosas principales que el grupo le ha aportado y viceversa: «el autoconocimiento mediante la crueldad con uno mismo para conocer las carencias propias e imaginar otros mundos posibles».
«A las mujeres mexicanas nos educaron en una forma en que somos sumisas y amables, lo que no necesariamente se traduce en amor propio ni en empoderamiento o firmeza. Cuando llegué aquí me enfrenté con mi mujer. Me di cuenta de que no me respetaba a mi misma, me enfrenté con falta de amor propio y eso ha cambiado», detalló Mena.
Para todos los implicados -que en esta temporada presentaron «Ricardo III», una tragedia de William Shakespeare- esta compañía teatral es una esperanza en un mundo mejor y en muchos casos, la única manera que tienen, por ahora, de contribuir a la mejora social.
Esta iniciativa representa una función de reinserción social que parece olvidada en muchas cárceles de México, un país en el que la impunidad se sitúan en casi el 99 % de los delitos y en el que muchos de los criminales más peligrosos no se encuentran entre rejas.