México, 14 nov (EFE).- Aroa Moreno, la española ganadora del premio de novela «El Ojo crítico» con «La hija del comunista», es una escritora negada a pasar por el aro, que reverencia el periodismo y la literatura éticos, aunque por eso pierdan lectores.
«Entrar por el aro siempre es malo, a mí no me parece mal que haya todo tipo de libros; el problema es que se deje de leer cosas más enriquecedoras», asegura este jueves en entrevista a Efe la poeta y periodista de 38 años.
Originaria de Madrid, Moreno es una de las personalidades más reconocidas del Festival «Cuadernos Hispanoamericanos» que comenzó este jueves en la Ciudad de México con escritores de primera fila procedentes de España y América Latina, quienes hablarán sobre literatura y crónica.
«En América Latina se hace buena crónica. En España debíamos ensayarlo más; al final los medios necesitan esas visitas porque los contenidos están empobreciendo, aunque todavía los hay quienes apuestan por la objetividad, por contar lo que creen se debe contar y no lo que se espera que cuenten. Eso está muy bien», dice.
Al referirse a su veta de periodista, Aroa lamenta que el oficio esté pasando por una crisis de credibilidad por los medios despreocupados de la objetividad que responden a intereses.
«Es España han asumido el formato de las tertulias, el espectáculo, es todo frenético y crispado, por eso cuando uno ve a un periodista que sosegadamente da una opinión informada, con contexto, eso se agradece», explica.
Aunque girará alrededor del periodismo literario con plumas reconocidas como la cubana Karla Suárez, la mexicana Guadalupe Nettel, el español Ignacio Vidal-Foch y el argentino Fabián Casas, entre otros, el festival tendrá actividades relacionadas con obras de ficción, entre ellas la presentación de la novela de Moreno.
La obra convirtió a la autora en una especie de retratista de las naciones que se devoraron a sí mismas, aquellas socialistas con un guion casi bíblico y una pésima puesta en escena.
«Esos países se devoraron a sí mismos. Hay una idea feliz primaria sobre el reparto equitativo para todos, pero los mecanismos de control para aplicar eso fueron nefastos. Se convirtieron en dictaduras, nadie puede negarlo», asegura.
A partir de Katia, hija de españoles exiliados en la República Democrática Alemana (RDA), la novela de Aroa Moreno cuenta historias mínimas de la vida en el socialismo y con un toque humano, a veces desgarrador, se refiere a las falta de libertades y otras carencias en el comunismo.
«La idea inicial fue reflexionar sobre cómo afectaban a las personas las decisiones tomadas en las altas esferas, en los despachos que no pisaba la gente normal. No quería que la novela contase ni las bondades del comunismo ni las del otro lado, quería que el lector hiciera el viaje con Katia», confiesa.
Como una invidente sin lazarillo, Aroa caminó a tientas en el proceso de investigación porque no había antecedentes en el tema del exilio español en la RDA y debió sacar su oficio de periodista para averiguar los detalles de la vida del muro hacia adentro.
Calificada por la escritora Almudena Grandes como «una novela perfecta», la obra trata el tema del desarraigo y la búsqueda de identidad y está marcada por la huella de una poeta.
«Almudena fue generosa. Tal vez encontró un punto de vista de alguien más joven, interesado en contar los temas de los que ella habla, la historia con mayúscula y la historia con minúsculas e iluminar pequeños rincones que no aparecen en los libros de historia», asegura.
Por edad Aroa Moreno encaja en la generación milenial, pero es más de libros que de redes sociales. Y en los tiempos del misógino reguetón ella es una chapada a la antigua, que prefiere a los trovadores adorados por sus padres, quienes le dan prioridad a la belleza en el lenguaje.
«Las letras tienen un peso para mi, también en la música. Me encanta la trova, de Silvio Rodríguez me quedo con ‘Te doy una canción’, de Serrat con ‘Tu nombre me sabe a hierba’, de Sabina con ‘Amor se llama el juego’ y de Aute con ‘Al alba’. Es que soy una clásica», dice con pose de chica desobediente.