Ámsterdam, 22 nov (EFE).- El artista mexicano Carlos Amorales presentó este viernes en Ámsterdam «The Factory», la primera exposición retrospectiva europea del pintor contemporáneo, que crea su propia ruta por el mundo con imágenes e historias fantasiosas sobre las tensiones entre el individuo y la sociedad.
La muestra artística («La Fábrica», en español) es un guiño a la cultura pop y al mundo neoliberal en el que, según el artista, «la línea de montaje globalizada se nos ha ido un poco de las manos» y, explica en una entrevista con Efe, su trabajo trata de usar «el arte abstracto o figurativo para contar esas historias» y tensiones.
El «Archivo Líquido», una compilación de imágenes de sus proyectos artísticos iniciales, ha formado la base del trabajo multifacético que este artista contemporáneo ha construido en los últimos 15 años, con un carácter de código abierto, centrado en la moda, los vídeos musicales, los tatuajes y las portadas de discos.
La exposición abarca 14 salas del museo de arte moderno Stedelijk, situado en el centro de Ámsterdam, delante del Van Gogh. La muestra incluye obras espaciales, instalaciones interactivas, pinturas, dibujos, vídeos, grabados, textiles, animaciones y obras sonoras, organizadas a gran escala, sin una cronología concreta.
Son piezas que representan «veinticinco años de trabajo y hay obras de momentos muy distintos», subraya Amorales, quien empezó su carrera precisamente en Ámsterdam, donde llegó en los noventa para estudiar en la Rijksakademie, academia clásica que ha reunido a conocidos artistas, pensadores y académicos desde 1870.
Fue durante ese periodo cuando creó el personaje de «Carlos Amorales», una entidad conceptual y una figura enmascarada inspirada en luchadores mexicanos, un personaje que, literalmente, «prestaba» a otras personas como parte de su famosa investigación «Amorales vs. Amorales» sobre la función del arte en la vida cotidiana.
Artistas, luchadores o desconocidos adoptaron este nombre artístico y se pusieron su máscara para participar en combates de lucha libre mexicana y en actividades en museos y otras instituciones de arte en México, Estados Unidos y Europa, como la Tate Modern (Londres) o el Centro Pompidou (París).
Reconoce que hay «muchas maneras distintas» de aproximarse a su obra, aunque hay ciertas cuestiones comunes en todas, como «la relación entre el individuo y la masa, entre uno y el grupo, uno y los demás, una relación que a veces va muy bien, pero en otras, es muy difícil, y se convierten en una cuestión existencial», analiza.
Las imágenes con las que juega Amorales a lo largo de la exposición intentan reflejar «la tensión que hay en esa relación entre uno mismo y los demás» y es ahí, dice, donde aparece la idea de la máscara, que «puede proteger o, al contrario, destrozar» a la persona.
«Aunque parezca que estas preguntas solo existen en mi trabajo o en el mundo del arte, en el fondo son preguntas muy comunes en la vida cotidiana, como la manera en la que usamos las redes sociales, en la que presentamos nuestra persona en internet, o los comportamientos grupales que vemos cada vez más en las noticias», explica.
La exposición, abierta hasta el 17 de mayo de 2020, muestra esta tensión de diferentes maneras, porque «no es lo mismo la vida de mediados de los noventa, que la del año pasado», dice, en referencia a sus últimas obras y los primeros trabajos que realizó en Ámsterdam, lugar que abandonó en 2004 para regresar a Ciudad de México, donde estableció su propio estudio.
De manera metafórica, directa y oblicua, algunas instalaciones exploran también las preocupaciones y limitaciones sociales, el contexto político y las realidades de la vida en América Latina.
Otras obras tienen un significado especial y personal para Amorales. Es el caso de «Nube negra», una lluvia o plaga de mariposas de color negro que «pululan» en masa por las paredes de los museos donde se expone, adaptándose al espacio que les otorgan y que en el Stedelijk representan una especie de infinito de puertas.
«La hice hace 12 años y siempre se adecúa al espacio, se va moviendo. Se me apareció cuando se estaba muriendo mi abuela, estaba en el proceso de despedirme de ella, y eso se materializó con esta imagen. Es una pieza que está relacionada con la muerte, pero no necesariamente como algo malo, violento o dramático», concluye.
La representación que cierra la exposición vuelve a poner al espectador ante un choque social y actual. «La hice a partir de esa frase que se escucha mucho ahora, de que estamos volviendo a la Edad Media, y lo que hice es representar imágenes de esa época y luego las llené de las discusiones de troleo, de internet, donde todo el mundo se anda insultando», subraya.
Imane Rachidi