París, 22 nov. (EFE).- La expresiva visión sobre los años de la posguerra española de Antonio Saura se expone hasta el próximo 8 de febrero en la galería Mayoral de París, que muestra seis de sus obras, entre las que se encuentran dos valiosos retratos de Brigitte Bardot.
«Saura es uno de los grandes maestros que supo capturar el ayer y el hoy», declaró a EFE el director de la galería, Jordi Mayoral, quién explicó que el pintor desarrolló los grandes temas de la vida, lo que hace que su obra no caduque y siga siendo inquietante.
Nacido en Huesca en 1930 y hermano mayor del director Carlos Saura, el pintor dominó un estilo expresivo, casi monocromático y con mucha fuerza ya que «veía el lienzo como una batalla».
«Sus cuadros retratan la tragedia que vivía España en ese momento, recuperando el espíritu de Goya o Picasso en sus obras más oscuras», afirmó Mayoral, que acaba de abrir una sede en París tras 30 años de trayectoria en Barcelona.
Las seis obras mostradas datan de 1956 a 1962 y entre ellas destaca el retrato a Brigitte Bardot, un cuadro que fue expuesto en el Guggenheim de Nueva York en 1964 y que ha estado muchos años oculto al público en una colección privada en España.
En los años 50 y 60 Bardot era un icono erótico mundial, aunque Saura nunca conoció a la actriz y opinaba que era mejor así, para no romper el mito.
La comisaria de la exposición, Martine Hereida, afirmó que para el pintor «la figura de la mujer es más un campo de investigación que un tema de predilección», ya que, como muestra el retrato de Bardot, transforma y exagera las formas humanas y las convierte en monstruos.
Como esta obra, en los otros cinco cuadros de la muestra «Saura retrata una España en blanco y negro porque el contexto era doblemente difícil, se combinaba un periodo de posguerra y una dictadura», afirmó Mayoral.
Tanto la economía como la cultura quedaron destrozadas tras la Guerra Civil, se vino abajo el ecosistema artístico y tuvieron que pasar casi 20 años para que renaciera una nueva generación de artistas a la que pertenecen Saura, Chillida, Miralles o Tàpies, explicó el director de la galería.
Una generación que estaba conectada con movimientos artísticos internacionales, como con el arte bruto de Francia, el expresionismo de Estados Unidos o el movimiento CoBrA del norte de Europa.
El pintor aragonés visitó la capital francesa por primera vez en 1952 y volvió para establecer su residencia de 1954 a 1956. Según Mayoral, «para Saura y su generación París no solo era la capital del arte, también era de la libertad».