Leipzig (Alemania), 23 nov (EFE).- La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana, Angela Merkel, aparcó su pulso interno por el liderazgo del partido, lo que traslada la cuestión del futuro de su Gobierno a la decisión del socio socialdemócrata.
La líder de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, cerró hoy el congreso federal conservador en Leipzig (este del país) con una victoria de etapa sobre sus rivales. Plantó cara a sus adversarios y acalló la crítica interna, en la primera jornada de debates.
Persisten, sin embargo, las dudas sobre si AKK -como se la denomina- luchará por la Cancillería en 2021. Y también sobre si Merkel logrará sostener hasta entonces su coalición de Gobierno, lo que puede depender de la nueva presidencia socialdemócrata.
En lo que se refiere al futuro de AKK, la candidatura del bloque conservador surge del consenso entre la cúpula de la CDU y de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU). Así seguirá siendo, ya que el congreso de Leipzig rechazó una propuesta hostil a AKK, que pretendía dejar esa decisión a las bases.
Las miradas estaban depositadas este sábado en Markus Söder, líder de la CSU. Fue recibido en Leipzig con frenéticas ovaciones; a su discurso siguió otra ronda de clamorosos aplausos.
La propia AKK los atajó algo abruptamente, dando las gracias desde la tribuna algo azorada por el éxito de Söder, como si temiera que el «aplaudiómetro» del bávaro acabara superando los casi ocho minutos que logró ella en su discurso del día anterior.
SÖDER, POSIBLE RELEVO A AKK
El político bávaro acudía como orador invitado, de acuerdo a la práctica entre ambos partidos hermanados. Tales visitas no siempre salen bien para el invitado. El caso más reciente fue el vapuleo público sufrido por Merkel ante los congresistas de la CSU por mantener abiertas las fronteras a los refugiados, en 2015.
A Söder le aclamó la CDU con una intervención en que llamó a mantener una clara distancia con la «incendiara ultraderecha» y a descartar como socio a su representante en el Parlamento, el partido Alternativa para Alemania (AfD).
Esta línea es la misma que defiende la CDU. Pero Söder lo hizo desde una capacidad para transmitir brío y optimismo, ajena a AKK.
LOS BÁVAROS, UN HERMANO MENOR DECISIVO
«Somos el hermano menor, no podemos decidir nada por nuestra cuenta. Pero sin nosotros todo es más aburrido», afirmó Söder en alusión a los frecuentes rifirrafes entre los dos partidos hermanados -histórica fue la hostilidad entre Helmut Kohl y el bávaro Franz Josef Strauss, sus respectivos patriarcas.
Strauss logró en 1980 ser el candidato conjunto, pero perdió ante el canciller socialdemócrata Helmut Schmidt. El también bávaro Edmund Stoiber luchó por la Cancillería en 2002. Y fue derrotado por el asimismo canciller socialdemócrata Gerhard Schröder.
Quién es el elegido no se decidirá probablemente hasta el próximo año. AKK tiene algo de tiempo. Pero también lo tienen sus adversarios en la CDU, como el derechista Friedrich Merz, quien en Leipzig dejó claro que no abandona su ambición de liderazgo.
MERKEL, EL MANDO DESDE LA RETAGUARDIA
La lucha por la candidatura no afecta a Merkel. En 2018 dejó las riendas del partido e insiste en que éste es su último mandato.
Fue un congreso distinto para muchos. Por primera vez en casi veinte años, Merkel no lo dirigió de principio a fin. Pero de alguna manera se siguieron imponiendo sus pautas.
Una moción destinada a excluir de la red 5G al gigante chino Huawei -en contra del parecer de la jefa del Gobierno- quedó suavizada antes de entrar a debate. Lo mismo ocurrió con sucesivas propuestas ajenas a la línea de la canciller.
LA PELOTA EN EL TEJADO SOCIALDEMÓCRATA
AKK superó la prueba. La siguiente etapa se disputará en Berlín. El próximo sábado se conocerá el resultado de la consulta entre las bases socialdemócratas para designar a su nueva presidencia.
Los finalistas son dos equipos: el dúo continuista formado por el vicecanciller y ministro de Finanzas, Olaf Scholz, y Klara Geywitz, y el algo más rupturista de Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken.
De ese pulso depende no sólo la sucesión de Andrea Nahles, quien dimitió en junio tras apenas un año en la presidencia del partido.
Scholz y Geywitz defienden el mantenimiento de la gran coalición hasta 2021. Walter-Borjans y Esken quieren, cuando menos, evaluar lo conseguido hasta ahora. Recuerdan la cláusula del pacto de coalición suscrito hace dos años, que prevé hacer esa revisión del partido en la mitad de la legislatura.
Por Gemma Casadeval