Madrid, 10 oct (EFE).- Los argentinos Les Luthiers, que mañanaestrenan en Madrid su último espectáculo, «Viejos hazmerreíres», sehan convertido este jueves en los primeros comediantes que dejan unlegado en la Caja de las Letras del Cervantes, un «tesoro» quepermite rastrear el «secreto» y la historia de su humor.
Carlos López Puccio y Jorge Maronna han sido los encargados deexplicar en nombre del resto de los asistentes del grupo, es decir,Horacio Tato Turano, Roberto Antier y Tomás Mayer-Wolf – MalcolmO’Connor no ha podido asistir por «dificultades motoras»-, el sentidode su legado.
Lo han depositado en la caja número 1224, una de las más grandesde la cámara acorazada del instituto, para que sea abierta el 4 deseptiembre de 2042, cuando se cumplirán los 75 años de su formación.
Ha tenido que ser una de gran volumen porque han dejado varioslibros, partituras, todos sus DVD, programas de mano e inclusoalgunos de sus instrumentos.
Tras ser presentados por el director del Cervantes, Luis GarcíaMontero, y en presencia de amigos como Joan Manuel Serrat, VíctorManuel y los componentes de El Tricicle, López Puccio y Marona explicaron el significado de su depósito y el por qué de la elección en medio de constantes bromas.
«Esta es una escueta síntesis de las cosas que queremos dejar.Tuvimos dudas con la cantidad y la variedad pero somos el productode 52 años. Hay ilustres antecesores que solo han dejado un objeto.¡Ana Belén solo dejó un libro!», dijo López Puccio rodeado porla pila de libros y otros materiales.
Han dejado lo que es, según Marona, su «piedra fundamental», su «big bang» como grupo, es decir la partitura, hecha a mano en papel para planos, de la «Cantata Laxaton» parodia de «La pasión según SanMateo», de Bach, compuesta para «once instrumentos informales».
También depositaron un prospecto de laxante, «de cara a un futuro de más o menos de dos o tres horas», la carta que uno de los fundadores, Gerardo Masana, le escribió en 1967 a sus padres paracontarles que se creaban Les Luthiers, así como fotos de su primer recital, una actuación privada en la que ya aparecen su «latin» y su «máquina de tocar».
A la colección se añade la primera «gacetilla» que se escribió sobre ellos, «que no solo es la primera vez se nombrara al grupo sino también la primera vez que Les Luthiers rogaría a la prensa que les diera importancia».
Y textos originales de sus obras, como la de «Séptimo regimiento» o la «Serenata del rey enamorado» -«emocionantes porque encuentro en ellos mi letra de tanto tiempo atrás; merecería estar yo en lacaja», se ha reído Puccio-; un libro sobre Masana, desaparecido muyjoven, y la fundación del grupo; otro escrito por Daniel Rabinovich, «a quien tanto echamos de menos», al igual que al también fallecido Marcos Mundstock.
Al legado se une una biografía de ellos escrita por Daniel Samper; un libro de fotografías de Gerardo Horovitz y otro de fotos del grupo del propio Marona, «en el que se ve que en todo tiempo pasado fuimos más jóvenes».
Del que fue también componente de la formación, Carlos Núñez, handejado un libro en el que hace un estudio sobre el humor verbal, enel que «desvela unos cuantos secretos del humor de Les Luthiers. Lodejamos aquí para que los secretos sigan guardados mucho tiempo», ha bromeado de nuevo López Puccio.
Quien abra la caja en 2042 encontrará también tres libros de partituras; una «edición bastante sencilla e ilustrada» de «Don Quijote» que su personaje emblemático, Johan Sebastian Mastropiero, «nunca llegó a entender»; todos los DVD de sus espectáculos; programas de mano, dos discos, y tres «mates», con los que han cerrado el acto del depósito interpretando el «Himno de la Alegria».