Naciones Unidas, 11 oct (EFEUSA).- La organización de las Naciones Unidas, que atraviesa su peor crisis de liquidez de los últimos diez años, tiene unos pagos pendientes acumulados de 1.385 millones de dólares, cuya práctica totalidad (97 %) corresponde a siete países, cuatro de ellos latinoamericanos.
«Hay 65 países que aún no han pagado, de ahí viene esa cantidad. Siete países representan el 97 % del dinero y el resto, combinados, en torno al 2,5 %. Los siete países son EE.UU., Brasil, Argentina, México, Irán, Israel y Venezuela», dijo este viernes Chandramouli Ramanathan, subsecretario general de finanzas de la ONU.
Ramanathan desgranó que la «valoración» del presupuesto para el año actual es de 2.850 millones y que se han recaudado unos 1.990 millones, pero más allá de la «brecha» de este ejercicio hay un «acumulado pendiente» total que asciende a 1.385 millones.
El secretario general de la ONU, António Guterres, explicó esta semana que la organización está tomando medidas excepcionales para hacer frente a la crisis financiera que vive, que llegó a poner en peligro las recientes reuniones de líderes internacionales en la Asamblea General.
Esas medidas pasan por no cubrir puestos vacantes, limitar viajes estrictamente a los esenciales, cancelar o posponer reuniones o reducir el apoyo que la Secretaría General ofrece para la celebración de eventos, algo que reiteraron hoy miembros de la organización en una rueda de prensa.
Los problemas de efectivo que sufre la organización se derivan del hecho de que muchos países no pagan a tiempo o al completo las contribuciones que les corresponden, y a fecha de 7 de octubre más de 60 no lo habían hecho aún, como corroboró Ramanathan.
En el caso de EE.UU., el mayor contribuyente de la ONU y que tiene el compromiso de cubrir un 22 % del presupuesto, Ramanathan explicó que el país «debe 674 millones para el año actual, y 381 de años anteriores».
Habitualmente, EE.UU. paga unos 500 millones de dólares hacia el final del año, agregó el diplomático.
Advirtió que cada año, entre los meses de agosto y octubre, la ONU incurre en un déficit presupuestario que cada vez llega «más pronto, dura más tiempo y se vuelve más profundo».