México, 13 oct (EFE).- El Gobierno mexicano ha progresado en la reacción a las emergencias producidas por desastres, pero «ha avanzado poco» en su prevención y en la reducción de riesgos, lo que se refleja en problemas de inversión y en la falta de una visión integral, advierten especialistas consultadas por Efe.
Ante el Día Internacional para la Reducción de los Desastres, conmemorado este domingo, expertas mexicanas piden al Gobierno invertir en mejorar las capacidades de prevención de los estados y municipios del país al argumentar que los desastres «no son naturales», sino producto de errores humanos y una mala planificación.
«En México pensamos que prevenir es prepararnos mejor para la emergencia, cuando en el resto del mundo, al menos en los países con mejores sistemas de gestión de riesgo, el prevenir está enfocado en reducir el riesgo y evitar que los desastres sucedan», explica Mara Torres Pinedo, investigadora en University College London (UCL).
La especialista en riesgos cuestionó que el Fondo Nacional de Desastres (Fonden) haya tenido su presupuesto más bajo en ocho años este 2019, de tan solo 3.644 millones de pesos (189 millones de dólares), un monto 85 % menor al del año anterior, y que para el 2020 será apenas de 3.800 millones de pesos (197 millones de dólares).
El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien llegó al poder el año pasado con la promesa de una «austeridad republicana», ha justificado la reducción de este y otros recursos al afirmar que «había mucha corrupción» y que México ha «tenido suerte» este año en cuanto a la llegada de fenómenos naturales.
«Significaba utilizar dinero de una bolsa para comprar víveres, catres (camas ligeras), láminas y demás, y había corrupción en ese manejo de fondos, porque era un poco como los gastos llamados de la seguridad nacional», declaró el mandatario en su conferencia matutina del 26 de septiembre.
En este contexto, Torres Pinedo lamenta que el país tenga las leyes y políticas, pero que estas carezcan de «dientes», presupuesto y aplicación, pues debería considerarse el riesgo de desastres en todas las políticas públicas, como la asignación de permisos de construcción, la inversión y la adaptación a la crisis climática.
«Hacer planeación territorial, sea urbana o rural, sin considerar los riesgos, cuando la metodología y la tecnología está al alcance, es poner en riesgo la vida y el patrimonio de millones de personas, así como millones de pesos de inversión pública», reflexiona.
Uno de los principales instrumentos para reducir desastres son los Atlas de Riesgo, pues hay viviendas e infraestructura crítica en zonas vulnerables del país y los ciudadanos lo ignoran, menciona Naxhelli Ruiz Rivera, secretaria Académica del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«Lo cierto es que aún son instrumentos difíciles de entender para la mayoría de los ciudadanos, porque la información no está en formatos amigables ni comunica claramente las implicaciones del riesgo. Ese es un auténtico problema», apunta la investigadora.
Para abonar a la solución, el Instituto de Geografía ha abierto la consulta pública digital #CuéntameTuRiesgo, que reúne información ciudadana de Ciudad de México, que es vulnerable a las inundaciones y terremotos como el de magnitud 7,1 del 19 de septiembre de 2017, que dejó 228 muertos tan solo en la capital.
Ruiz Rivera detalla que los Atlas de Riesgo adquieren relevancia ante la crisis climática porque, aunque el riesgo siempre ha existido en las ciudades, el «aumento en la incertidumbre» es «más visible y problemático».
«Lo que cambia no son las zonas de riesgo, sino los escenarios en los que ese riesgo se materializa. El régimen climático ahora está cambiando en frecuencia e intensidad, y también presenta mayor incertidumbre, es decir, es más difícil pronosticar fenómenos extremos», concluye.