Culiacán (México), 18 oct (EFE).- La tranquilidad y la vida cotidiana vuelven a la ciudad mexicana de Culiacán el día después de la atroz violencia de sicarios de las drogas tras el operativo militar fallido para apresar a Ovidio Guzmán López, líder del cártel de Sinaloa e hijo del capo Joaquín «El Chapo» Guzmán.
«Todavía la raza (la gente) anda medio espantada. La mayoría de negocios están cerrados», comentó a Efe José Aguilar, quien al igual que miles de pobladores quedó en medio de los bloqueos, incendios de autobuses y balaceras provocadas por células del cártel.
Aguilar dejó su camioneta estacionada en una calle en la que hubo una balacera y decidió buscar resguardo por seguridad. Pudo volver a casa y este viernes ha ido a buscar el vehículo, que tiene un neumático roto y varios impactos de bala en los cristales.
«Hasta ahora no nos dejaban entrar y ahorita me la iban a dar pero tengo que hacer papeleo», dijo Aguilar al explicar que este jueves para él era un día normal de trabajo cuando se desató la violencia por el operativo contra el jefe del narco.
«Fue el pan de cada día, nada más que ahora se pone medio bravo el negocio», relató mientras cumplía con los trámites para llevarse su vehículo.
En Culiacán, una ciudad de 800.000 habitantes, la gente buscó protegerse donde le fue posible, algunos en sus casas y empleos, otros en escuelas y hasta en comercios, la mayoría de ellos con un temor que todavía los domina.
«Tengo miedo porque estaban los balazos muy cerca, hubo pánico porque había familias y niños», comentó una persona que pidió el anonimato para evitarse problemas.
Los comercios de la ciudad han ido retomando la actividad de un día normal, aunque llevó una buena parte del día retirar todas los obstáculos en los bloqueos que puso el narco en los accesos a esta ciudad capital de Sinaloa.
El servicio de transporte urbano demoró algunas horas en reactivarse y eran pocas las unidades que llevaban pasajeros porque los líderes transportistas advirtieron que la normalidad solo será posible cuando haya condiciones seguras.
Los ciudadanos se quejaron mucho en las redes sociales y se lanzaron contra el gobierno del estado de Sinaloa al que acusaron de no hacer nada para prevenir estos hechos de violencia.
El gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, pidió a los habitantes tener confianza al explicar que ya se trabaja para tomar las medidas de control para elevar la seguridad, aunque rechazó tener acuerdos de cualquier tipo con delincuentes.
«Yo no tengo pacto con nadie», sostuvo Ordaz Coppel al señalar que el día de las balaceras se mantuvo hasta la media noche en Palacio de Gobierno.
La Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa confirmó que ya se ha lanzado un operativo para intentar recapturar a los 55 reos que este jueves fueron liberados por los narcos para que se sumaran a los actos de violencia.
La Secretaría de la Defensa Nacional anunció que para fortalecer la presencia de tropas en la zona de Culiacán ha enviado a 230 militares que tienen «un adiestramiento y armamento especializado».
Este jueves, una patrulla de 30 miembros de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano fue atacada desde una vivienda en Culiacán a la que logró entrar para encontrar a cuatro personas, una de ellas Ovidio Guzmán López, hijo del capo del narcotráfico Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
El Gabinete de Seguridad de México tomó «por unanimidad» la decisión de «retirar al personal» de este inmueble luego de que se estallaran los disturbios en la ciudad que dejaron ocho muertos y 16 heridos, además de la fuga en el penal.
«No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas. Ellos (el Gabinete de Seguridad) tomaron esta decisión (liberarlo) y yo la respaldé», dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia matutina.
Los actos de violencia en Culiacán han reflejado el enorme control y poder que tiene el cártel de Sinaloa y sus células sobre la región, que se consideraba relativamente pacificada en los últimos meses.