Aguascalientes.- La obesidad sigue ganando terreno tanto en la población adulta como en la infantil y adolescente; según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino, siete de cada 10 adultos tienen sobrepeso u obesidad, así como tres de cada 10 niños y cuatro de cada 10 adolescentes.
Frente al avance del problema de la obesidad en niños y adolescentes, desde el Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM, se recomienda la regulación de la comida chatarra en cada una de las entidades del país, así como promover la salud alimentaria en escuelas, impulsar programas contra el sedentarismo y revisar los mecanismos publicitarios que favorecen la compra de alimentos y bebidas preenvasados.
Por su parte, los gobernantes deben asumir el costo político de implementar medidas regulatorias efectivas para transformar los ambientes obesogénicos en saludables.
Por otro lado, los empresarios deberán responsabilizarse del costo económico al cambiar una receta basada en la lógica de la competencia y la ganancia ilimitada.
También es necesario involucrar más a la sociedad en la toma de decisiones de consumo, pues finalmente cada individuo decide qué comer o beber.
El exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y sodio tienen gran impacto en el sobrepeso y la obesidad. El sodio, por sí solo, incide en problemas de hipertensión arterial, que pueden causar trastornos cardiovasculares.
Si determinados productos o bebidas son altos en esos elementos, unos sellos dispuestos al frente de los envases se lo informarán al consumidor de manera sencilla y directa. De esta forma, será consciente de que el consumo más o menos constante le puede ocasionar, a la larga, problemas de salud, y así decidir si los compra o no, sin necesidad de hacer un análisis detallado de los gramos de cada nutrimento que contiene.
Sin embargo, no es suficiente hacer más comprensible la información del etiquetado, hay que promover la salud alimentaria en las escuelas por medio de la divulgación del llamado plato del bien comer, impulsar la actividad física, disminuir el tamaño de las porciones, revisar los mecanismos publicitarios que favorecen la compra de alimentos y bebidas preenvasados e involucrar más a la sociedad en conjunto y a cada individuo en particular, recomiendan especialistas de la UNAM al pronunciarse por la regulación de comida chatarra.
Estas medidas están orientadas a alcanzar la salud de la población, con especial atención en la niñez y la adolescencia.