Acapulco (México), 29 oct (EFE).- El carruaje de caballo, un icono del balneario mexicano de Acapulco desde hace más de seis décadas, está cerca de su desaparición por una ley de bienestar animal del estado de Guerrero que insta a retirar los equinos a partir del 1 de noviembre próximo.
«A los turistas les gusta mucho, ellos mismos lo manifiestan, y ya van apreciando todos los lugares porque vamos al paso del caballo, les vamos explicando los lugares por donde vamos pasando, los restaurantes, las comidas que venden», relató este martes a Efe Orlando Vallejo Guadarrama, un conductor de estos carruajes.
Popularmente llamadas calandrias, estos carruajes tirados por caballo han sido desde la década de 1950 una atracción emblemática para los paseantes que convirtieron a Acapulco en uno de los mayores destinos turísticos del Pacífico mexicano.
Su futuro más allá del 1 de noviembre está en duda por la Ley General de Bienestar Animal, que aprobada en 2014 prohibió en el estado mexicano de Guerrero las corridas de toros, los animales en los circos, las peleas de perros y los caballos en las calandrias.
La aplicación de la ley sobre los caballos, y las calandrias, ha sido postergada varios años por la petición de contar con recursos financieros para que permita a los conductores de las calandarias buscarse otro medio para tirar de su carruaje, actividad de la que viven más de 350 familias.
«Estamos viendo una propuesta en la que los caballos puedan irse a un santuario. Ahora sí que estamos esperando que realmente el recurso de lo suficiente para que no solamente puedan sustituirse los caballos, sino que estos tengan un destino digno porque no pueden irse a un rastro o un matadero», indicó Elsa Salgado Gama, presidenta de la Comunidad Patitas Felices Acapulco.
Vallejo Guadarrama, conductor de calandrias de segunda generación comenzó en este trabajo siendo un niño de 8 años y actualmente, además de su carruaje, dirige la Unión de Permisionarios y Conductores de Calandrias de Acapulco.
«Si les cuento tantas cosas bonitas de las calandrias en Acapulco no terminaría. Llegaron desde que yo tengo uso de razón, desde 1953 han estado circulando», comentó Vallejo en entrevista con Efe.
Las calandrias han evolucionado con el tiempo. Dejaron la madera y adoptaron el metal y los adornos: el carruaje tipo «Cenicienta», es uno de los más característicos de la ciudad.
«Antes todas eran de madera pero como los carpinteros de aquí no son especialistas en ruedas y todo eso, tenían mucho problema cuando se llegaba a quebrar una y optaron por hacerlas de fierro», dijo Vallejo.
Asegura que las calandrias más que un oficio son una pasión ya que es un trabajo de 24 horas: por las mañanas se atiende al caballo y por las noches a los paseantes.
«Nosotros también tenemos problemas familiares con las señoras de la casa, porque dicen que vivimos más con los caballos que en la casa, porque el caballo verdaderamente quita mucho tiempo, hay que venir a prepararles su comida, arreglar el lugar donde están, ponerles su agua, el alimento», comentó.
Vallejo defendió el cuidado que se les da a los caballos. «Les damos su limpieza, su comida» y no «tienen largas horas de trabajo» sino que se limitan a cinco horas por la noche, aseguró.
Vallejo rechazó las acusaciones de asociaciones protectoras de animales, que denuncian maltrato animal por parte de las calandrias, pero Salgado recordó hace unos años se dio a conocer la situación de maltrato a un equino.
«Vimos cómo había sido maltratado, golpeado y de hecho abandonado con una situación de infección en las vías urinarias y con un maltrato evidente», las denuncias no se hicieron esperar por parte de la ciudadanía que no quiere que los caballos sean maltratados», indicó.
«Realmente la Ley de Bienestar Animal, cuando se hizo la propuesta de que los caballos fueran sustituidos por motocalandrias y aparatos motorizados eléctricos, era para evitar el maltrato animal», indicó Salgado.
Pese a esto, los calandrieros no han tenido algún acercamiento con las autoridades correspondientes, ya que lo único que ellos están pidiendo es que se les deje trabajar, como lo han hecho durante más de 60 años.
«Que vayan a revisarnos, que vean nuestros caballos y si los tenemos mal que nos multen o no los quiten. Sino es así, que nos dejen seguir trabajando, nosotros somos una participación turística en Acapulco», finalizó Vallejo.