Nueva York, 1 sep (EFEUSA).- La salsa vive y de qué manera. Así lo han confirmado los miles de bailarines que se dieron cita en el Congreso Internacional de la Salsa en Nueva York, que culmina este domingo, que durante cuatro días no pararon de mover el cuerpo al ritmo de la clave del cadencioso género.
La decimonovena edición del congreso reunió a 10.000 personas -principiantes, profesionales y hasta niños- que llegaron desde 40 países a la llamada capital del mundo para bailar el candente género latino, que nació precisamente en las calles de Nueva York.
Los grupos, de países tan lejanos como Australia, Polonia, Japón, Nueva Zelanda, India o de varios de Suramérica, se encuentran cada año en el hogar donde además nacieron las legendarias Estrellas de Fania, fundada por el dominicano Johnny Pacheco y el abogado italoamericano, Jerry Masucci, el más famoso grupo en la historia del género.
«La salsa es como el jazz, un género que nunca va a desaparecer. Está aquí para quedarse. La salsa de la vieja guardia ha influido a los reguetoneros» y varios han grabado con salseros, dice a Efe el bailarín Edwin Rivera, de origen puertorriqueño, coordinador artístico del congreso.
«A mí la salsa me salvó la vida porque estaba en dos pandillas y andaba con gente que vendía drogas. Mi madre dijo ‘no voy a perder un hijo en la calle, vas a coger clases de salsa’ y me obligó, Eso, o una academia militar», recordó Rivera.
Como ocurre cada año, aquí no existen diferencias de idiomas, razas o culturas porque el baile les une, es el idioma universal. La edad tampoco importa.
Niños amantes del baile asisten a talleres y tan mayores como una pareja de 85 y 87 años, de la época dorada del salón Palladium de Nueva York, se han encontrado en la noche con otros participantes, para, cada cual en su estilo, seguir durante ocho horas el ritmo de la música de las orquestas invitadas al evento.
«No necesitamos hablar el mismo lenguaje», dice Rivera que considera que «si todo el mundo bailara salsa no hubiera guerra en este mundo».
El evento, abierto a todas las edades y niveles, dio el pistoletazo de salida la mañana del jueves con una presentación frente al céntrico hotel de Times Square, que lo acogió durante cuatro días, con un grupo de bailarines, ataviados con coloridos trajes, que mostraron su destreza frente a una multitud de curiosos.
Durante el día han asistido a talleres donde aprenden no sólo a bailar los principiantes, también sobre el ritmo en la salsa, de la historia del género, de cómo girar en la pista de baile y hasta cómo tomar de la mano a la mujer para bailar.
El legendario Eddie Torres, con cinco décadas bailando, impartió una clase magistral, «un sueño para muchos» que tendrían el honor de bailar con él en el cierre del congreso si aprendían bien en el taller, comentó Rivera
«La salsa te saca tu otra personalidad, la que quiere gozar, te saca pasión, es contagiosa», y «une a todos los países del mundo», comenta y recordó que el congreso surgió en 1997 en Puerto Rico, y atrajo a otros que siguieron esos pasos creando eventos en Los Ángeles (California), Japón, Nueva York y de ahí llegó «al mundo entero».
A través de sus 19 años, el congreso ha crecido en la Gran Manzana y pasó de 4.000 participantes en el 2001 a 10.000 este año.
Rivera dice sólo un hasta luego a Nueva York porque en octubre regresan a Japón con el congreso que han realizado allí durante dos décadas.
La organización del Goya Foods New York International Salsa Congress, su nombre oficial, trajo en esta edición a Nueva York a reconocidas figuras de la salsa como Doug Beavers, Herman Olivera, Moncho Rivera, Griselle Ponce, Eddie Torres y a Charlie Aponte, exvocalista de El Gran Combo de Puerto Rico, que tendrá a cargo el cierre.