Oaxaca (México), 7 sep (EFE).- En la intimidad y reserva que dispuso la familia del artista oaxaqueño Francisco Toledo, fallecido el 5 de septiembre, y siguiendo la propia voluntad del pintor, se llevaron a cabo las honras funerarias en su casa de la ciudad de Oaxaca.
Toledo fue cremado el viernes y la familia no ha anunciado en qué lugar quedará la urna fúnebre de quien fuera exaltado en 2014, por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes como el artista vivo más importante de México.
Pero aún sin la presencia de los restos mortales de Francisco Toledo, los admiradores, amigos y artistas discípulos del pintor originario de Juchitán de Zaragoza, aún acuden al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), donde habitualmente se le veía al pintor, para dejar ofrendas florales y colocar una veladora en su memoria.
Ayer, familiares del maestro Francisco Toledo, acudieron al IAGO, único espacio habilitado por los deudos para homenajear simbólicamente al maestro que murió la noche del 5 de septiembre.
Aplausos, llantos y diversas muestras de afecto, recibieron de amigos y admiradores del maestro que desde ayer en la noche convirtieron una de las salas del IAGO en capilla ardiente.
Doctor Lakra, Natalia Toledo, Sara López, Laureana Toledo y su esposa Trine Ellistgaard, permanecieron en silencio en la sala que vio todos los días desarrollar la capacidad creadora de su papá.
Antes de retirarse, en nombre de la familia, Sara López agradeció a los asistentes las muestras de cariño hacia su padre.
«Por el respeto y por todo el cariño que le tiene a mi papá se los agradezco mucho a todos ustedes», dijo López sollozando para después retirarse del patio del centro artístico.
A la familia del artista, la acompañaron también filántropos que secundaron la labor del artista en bien de las artes de Oaxaca.
Al IAGO, inmueble del centro histórico de Oaxaca que alberga un acervo de más de 75.000 volúmenes con temas de arquitectura, plástica y gráfica, acudieron también filántropos como Alfredo Harp Helú, que secundaron la obra social del maestro desaparecido.
«México es grandioso y Toledo es fundamental en esta época que a él le tocó vivir y a él no se le puede comparar con nadie en lo artístico y en lo social, necesitaríamos muchos Francisco Toledo para ver, si todos los días nos levantamos y pensamos como pensaba Toledo, haríamos un país más grande» dijo el empresario Harp.
Afuera del Instituto, cientos de personas esperaban la oportunidad de ingresar, dejar su ofrenda y despedirse simbólicamente del maestro, entre ellos grandes artistas de la gráfica que valoran lo que se pierde con la muerte del artista juchiteco.
«Pierde la cultura, la educación, las bibliotecas, los jardines, el amor de este señor a su pueblo, un gran hombre, gran artista, todo», dijo al despedirse simbólicamente de su amigo la fotógrafa Graciela Iturbide.
Toledo, quien nació el 17 de julio en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, fue un destacado pintor y escultor, pero también un activista de izquierdas y un luchador de los pueblos indígenas, en especial de los zapotecas, cultura a la que pertenecía en su estado natal.
Su obra está profundamente arraigada en Oaxaca, un estado de raíces prehispánicas que están presentes en toda su extensa obra al igual que su fuerte preocupación por su cultura.
Es considerado el mayor exponente de la plástica mexicana desde mediados del siglo XX y reconocido en Europa, Estados Unidos y América Latina por su aportación al arte.
En Oaxaca, su vasto legado deja el Instituto de Artes Gráficas, el Centro Fotográfico Álvarez Bravo y el Centro de las Artes de San Agustín.
El Gobierno del estado mexicano de Oaxaca, sur de México, decretó tres días de luto por la muerte de Toledo por lo que desde el viernes y hasta el domingo la bandera de México permanecerá a media asta en espacios y edificios públicos.