Mitzi Mayauel Fuentes
Oxchuc (México), 22 sep (EFE).- Las mujeres tzeltales del sureste de México están rompiendo barreras interpretando la música ancestral de sus pueblos cuya ejecución estaba reservada para los hombres en una lucha en la que algunas ganan el respeto y reconocimiento y otras acaban por desistir ante la discriminación de género.
Blanca Estela Gómez, de 25 años de edad y una de las cuatro mujeres que han decidido incursionar en la música tradicional, cuenta a Efe que la pasión le llegó cuando empezó a conocer su ancestral cultura gracias a los talleres que ofrecen en la casa de la Cultura de Oxchuc, localidad del estado mexicano de Chiapas.
«Me llamo mucho la atención de querer aprender cuando escuchaba la música tradicional a través de rezos que hacia la familia, eso me ha llamado el interés de querer aprender, me dio la sensación de querer ejecutar bien la guitarra», comenta.
Desde hace 5 años, la casa de cultura de Oxchuc mantiene una campaña de inclusión entre cuyos objetivos está el abrirle la puertas a las mujeres que estén interesadas por aprender a tocar los instrumentos musicales y las melodías que acompañan al llamado Pat O’tan , que en tzeltal significa «discurso ceremonial», del Kavilto (rezador o curandero).
«Lo que decían nuestros abuelos y tienen razón, la música es sagrada. Hay partes que la música solo es para hombres. Ahorita no lo vemos así en mi caso como maestro de música tradicional, no quiero distinguir o no quiero apartar a las mujeres, por algo dicen qué hay equidad de género, aquí aprenden por igual, y es muy bonito», explica a Efe Manuel Santis Gómez, maestro de música tradicional en la casa de la cultura.
Los nativos de Oxchuc se consideran guardianes de una cultura ancestral que tiene a la música como una parte fundamental. En ella no solo se albergan melodías y letras, también se contiene la identidad y se plasman mundos de manera poética.
Romper la tradición ha sido gradual. Empezamos a enseñarle a las mujeres a tocar la guitarra y a concienciar a los nativos de que la mujer también es fuerte y puede estar acompañando pero «desafortunadamente no dejan hacer a la mujer lo que un hombre hace que en este caso es tocar pero ahorita ya no, aquí vamos por iguales», indica Santis Gómez.
El sueño de Blanca Estela es que en algún momento pueda acompañar a los maestros músicos ancestrales en las ceremonias que se organizan; por el momento ella está contenta contener el oído de la familia y de sus amigos.
«Eso de juzgarme no, en este caso me apoyan en lo que estoy haciendo porque lo estoy haciendo bien. Es parte de la cultura, es parte de nuestra tradición, en cuál quier momento que se quisiera hacer un rezo dentro de la familia yo puedo tocar la guitarra acompañando al que toca el arpa». sostiene.
Blanca Estela está muy segura de sus habilidades por lo que afirma que está lista para acompañar o dirigir el Pat O’tan en compañía del Kavilto (el rezador o curandero).
«He estado en rezos cuando hace rezo tradicional la familia, más para curar de espanto he estado ahí , he puesto atención, he observado a los músicos y la tonada que tocan, me animo, les pido prestado el instrumento los acompaño, es muy gratificante» señaló Blanca Estela
Reina Guadalupe Pérez lleva cuatro meses preparándose para lograr tocar las cuerdas del arpa. Camina media hora para llegar a las clases y sueña con ejecutar bien el instrumento. Hasta el momento su familia la apoya y espera ser aceptada y reconocida como mujer músico tradicional.
«Quiero tocar el arpa, ahorita ha cambiado, nos toman en cuenta un poco más y pues lo del araña y la guitarra aquí lo he aprendido y pues mi mamá feliz que yo esté aquí, ella me ha impulsado y si es algo que yo quiero hacer que lo haga y que lo practique de corazón porque es algo que uno siente y estoy aquí porque me gusta esto y son experiencias nuevas».
Estas jóvenes son las primeras mujeres que pretenden romper los mitos ya que para los pueblos indígenas, la música, además de ser una expresión de su rica y ancestral cultura, es una oportunidad de que esta, sus tradiciones y su lengua sobrevivan a la tendencia del olvido y el desuso.