México, 2 ago (EFE).- Cuando su hijo llora, la mexicana Marcela saca su seno para darle de comer. Pero si está en un lugar público muchas veces es víctima el escrutinio público y los murmullos, un hecho que se repite muy a menudo.
«Siempre siento la mirada de la gente que me juzga por querer alimentar a mi hijo, cuando creo que es algo natural», dice a Efe Marcela López en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia materna que se celebra cada año la primera semana de agosto.
Dar pecho en público sigue siendo un inconveniente para las madres, porque la sociedad sigue sin aceptar que es una práctica natural.
«La lactancia es un fenómeno biológico y cultural, y dependiendo del país o zona donde la veas, se complica», asegura Citlalmina Díaz, psicóloga experta en lactancia materna del Centro Médico ABC.
Latinoamérica, y en especial países como México, «son cerrados al respecto. Al amamantar en público muchas mujeres son agredidas y eso impacta en la producción de leche, muchas terminan dejando la lactancia», asevera la experta.
Aunque López no ha vivido algo tan crítico, afirma que en ocasiones, cuando saca su pecho para calmar el llanto de su hijo de apenas cuatro meses, escucha murmullos del tipo «qué asqueroso», «¿no sentirá vergüenza?», «que se tape».
«Es frustrante pero igual no hago caso y sigo alimentando a mi hijo», dice.
Una de las causas que se atribuyen a esta situación es que los senos están asociados a lo sexual. «El pecho sigue teniendo una carga erótica muy fuerte. Tenemos que trabajar en ello porque es algo natural», detalla Díaz.
La psicóloga explica que el problema es que actualmente las sociedades se escandalizan por todo y, mientras por un lado son normales los escotes y los trajes de baño diminutos, por el otro, si el pecho de una mujer se asoma «la gente siente terror».
Y es que de acuerdo con Díaz, pese a que la sociedad acepta el embarazo, la lactancia muchas veces es vista como algo «grotesco, cuando no es así».
Aunque lo más cómodo para una mujer es amamantar en privado, lo cierto es que en países como México es muy complicado, ya que en áreas públicas existen muy pocos lactarios o lugares adaptados para que la mamá alimente a su hijo.
«La mujer está en derecho de alimentar a su bebé, porque a este no se le puede pedir que espere», asegura la especialista.
Marcela asegura que aunque es muy cómodo estar en casa y dar de comer a su bebé recostada en la cama, cuando tiene que salir, su hijo decide en qué momento quiere comer y no se le puede negar.
«Pero la gente siempre te mira feo», acepta.
Esto, dice la experta, significa muchas veces una barrera para que la lactancia materna perdure.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2012, solo 14,4 % de las mujeres amamantan a sus hijos, siendo este uno de los índices más bajos en América Latina, junto con República Dominicana.
Aunado a los tabúes, Díaz explica que existen también ideas erróneas de las madres sobre esta práctica, ya que muchas deciden no lactar porque argumentan que no tienen suficiente leche «pero en el 90 % o 95 % de los casos eso no tiene fundamento real».
Además, detalla, las condiciones laborales para las mujeres dificultan que se extienda esta práctica hasta los dos años del bebé, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«A pesar de que hay leyes, en muchos lugares no se cumple», lamenta.
Y asegura que aunque es posible combinar la lactancia con el trabajo, en ciudades urbanizadas ir del trabajo a la guardería a amamantar al bebé es una misión casi imposible, debido al tiempo que se invierte en trasladarse de un lugar a otro.
La psicóloga dice que es necesario comenzar a educar desde pequeños para normalizar esta práctica, mientras que las madres deben empoderarse más al respecto.
«No tenemos que ver a la lactancia como una moda, sino como una práctica natural benéfica para madre e hijo», finaliza la experta.