Monterrey (México), 19 ago (EFE).- El lateral Miguel Layún se ha convertido en uno de los futbolistas de mejor rendimiento en el Apertura mexicano, más que por su talento, por su nueva mentalidad de, tras recuperarse de un cáncer, apostar a las pequeñas cosas como acostarse en el pasto mojado después de un entrenamiento.
«La clave está en abrir los ojos a las cosas que están y no les prestamos atención», dijo Layún en junio pasado cuando se le ocurrió ir con su esposa a chequearse la salud de ambos y le descubrieron un tumor maligno.
No era un chequeo mandado por alguien, solo con la idea de ver cómo estaban las cosas y eso le permitió que le removieran el tumor y después de unos días de reposo, regresara a la cancha de fútbol.
El inicio del Apertura ha sido una muestra del momento de buena forma deportiva del zaguero como consecuencia de la alegría con la que hace todo. Ha jugado todos los minutos de su equipo, los Rayados de Monterrey, y este lunes repitió en el once ideal de la liga por segunda semana consecutiva.
El reconocimiento fue porque el mexicano, con experiencia en el Villarreal y el Sevilla de España, anotó un gol y puso una asistencia para guiar a su equipo a una victoria de 2-0 sobre el poderoso Toluca.
«Estamos aquí y cuando te dicen que la vida es prestada piensas que es broma. Estoy agradecido; quiero disfrutar la vida más que nunca porque gracias a Dios puedo seguir haciendo lo que más me gusta: jugar fútbol», dijo hace un par de meses cuando le confirmaron que había vencido a la enfermedad.
Layún formó parte de la selección mexicana en las dos últimas Copas Mundiales y a sus 31 años es uno de los laterales más talentoso, con todo para llegar al Mundial de Catar 2022 en el que México buscará entrar a la fase de los ocho mejores.
El jugador tiene claro que quiere volver a ser mundialista, pero para eso faltan tres años y el golpe recibido le enseñó vivir día a día. Hoy está concentrado en dar todo, más con la filosofía que tenía cuando era niño y su felicidad consistía en el acto inocente de tocar la pelota.
«Quiero tirarme al pasto mojado con la pelota al lado y acostarme con mis hijos a ver una película», se propuso al librar la enfermedad. La consecuencia ha sido que al atraer armonía, Layún se ha mostrado como un defensa imprescindible en los Rayados y hasta goles y asistencias firma.
Layún ayuda a personas con cáncer que no tienen el respaldo económico para salir adelante y a la par de mantener su foco en ayudar al Monterrey, con el que jugará en diciembre el Mundial de clubes, apuesta a mejorarse a sí mismo como ser humano.
«A veces necesitas una sacudida, no digo que sea necesario tener cáncer, pero en mi caso me ayudó a apreciar lo que tengo a mi lado. Ya no me molesta si mis hijos me despiertan por la madrugada».
Dos meses después de empezar a vivir su segunda vida Miguel Layún es un mejor futbolista. Es la consecuencia más visible de su decisión de ser más inocente y menos egoísta.